Jueves, 5 de octubre de 2023
Es en los textos del filósofo griego Aristóteles donde encontramos por primera vez la palabra energeia (ενέργεια) y, para comprender correctamente su significado, tenemos que conocer primero su teoría de la potencia y el acto, una de las grandes aportaciones del Estagirita al pensamiento filosófico.
En términos generales, podemos decir que la potencia es la capacidad de realizar algo y el acto es la acción de estar realizando aquello para lo que tenemos capacidad. Por ejemplo, una persona puede tener en potencia la capacidad de correr 10 kilómetros, pero eso no significa que lo esté haciendo o que lo vaya a hacer, sino que cuenta con las facultades para ello; y pasaría a ser acto cuando esa persona esté llevando a cabo la acción, cuando esté corriendo. Es muy posible que Aristóteles, para desarrollar esta teoría, tomara como referencia algunas de las enseñanzas de Platón, su maestro, que ya en sus diálogos distinguía entre poseer el conocimiento y usarlo.
La primera alusión que encontramos de Aristóteles a la potencia y al acto es en su obra Protrépico, en la que nos habla de dos formas distintas de vivir y nos da como ejemplo el sentido de la vista: “Parece que la palabra vivir se dice de dos maneras: una, según la potencia, y otra según el acto. Pues decimos que son videntes tanto los animales que tienen vista y han nacido capaces de ver, incluso si tienen los ojos cerrados, como los que están usando esta facultad y dirigiendo la vista a algo”.
En este y posteriores fragmentos encontramos que la palabra acto ha sido traducida del término griego energeia (ενέργεια) y que, asimismo, Aristóteles ha usado la palabra movimiento (κίνηση) sustituyendo a energeia en algunas ocasiones. Aunque no podemos encerrar todo el sentido del concepto en una única definición porque reduciría mucho lo que Aristóteles proponía, podríamos decir que la energeia aristotélica es llevar a la acción la capacidad o facultad que se posee, que está presente, es un poner en movimiento, un hacer de aquello que todavía no está activo, pero puede estarlo.
Pero ¿tiene que ver con la energía que conocemos?
Aunque en Aristóteles la energeia es un concepto más vinculado con el conocimiento y la vida, en su significado encontramos varios puntos de unión con la concepción actual del término. ¿No es la energía para nosotros una forma de crear? Así como el acto es para el filósofo griego el ejercicio de lo que puede hacerse, para nosotros la energía es, del mismo modo, acción: con ella creamos, generamos y hacemos nacer movimiento.
También la energía es constante descubrimiento, ya que no siempre conocemos todas aquellas cosas que se encuentran en potencia, en nosotros o en el mundo, la energía no deja de innovar. Por ejemplo, aquella persona de la que hablábamos al principio que tenía en potencia la capacidad de correr 10 kilómetros, no lo sabe hasta que comienza a trabajar en el ejercicio de ello, es decir, hasta que llega al acto. Del mismo modo, esto ha ocurrido en los últimos años con las nuevas formas de energía emergentes que nos están ayudando a movernos hacia un mundo más sostenible, ¿quién hubiera imaginado, por ejemplo, que la electricidad, los biocombustibles o el hidrógeno verde iban a pasar a ser acto en nuestro día a día? Sin embargo, siempre habían estado en potencia, esperando a ser descubiertos, solo necesitaban pasar al acto, es decir, a la energeia.
La energeia es, por tanto, acción, movimiento, es un constante transitar. Y la pregunta que tenemos que responder es ¿hacia qué mundo queremos hacerlo? Desde luego, hacia el que nos permita conservar el que tenemos. Hacia un mundo mejor.
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