Martes, 19 de noviembre de 2024
¿Es posible hallar un almacenamiento energético que sea completamente respetuoso con el medioambiente? Lo cierto es que, aunque hasta el momento no se ha conseguido implantar una tecnología de ese tipo, la posibilidad existe. Así lo demuestran los proyectos desarrollados en torno a los prototipos de baterías orgánicas, capaces de almacenar la energía sin el uso de metales pesados o materiales inorgánicos. Sus compuestos, generalmente derivados de la biomasa, los polímeros —macromoléculas utilizadas en la fabricación de polietileno, nailon o caucho— o incluso los residuos industriales, las convierten en una idea atractiva desde el punto de vista ecológico y económico.
Las baterías orgánicas no solo presentan estabilidad térmica, sino también una gran capacidad de rendimiento y un menor coste al no necesitar materiales escasos en la naturaleza. Estos motivos resultan relevantes para impulsar la inversión necesaria, porque , aún presentan desafíos para la implantación a gran escala.
Uno de estos prototipos ha sido desarrollado por HIGREEW, financiado por la Comisión Europea y protagonizado por más de 10 organizaciones de diferentes países. Su batería, afirman, es capaz de ofrecer un servicio de larga duración y alta energía a través de un sistema de electrolitos orgánicos de nueva generación y flujo redox. El diseño de los materiales, basado en la química y en la naturaleza, se ha inspirado en los compuestos que se encuentran en los seres vivos, lo que permite intuir su bajo coste.
Entre los hitos de este proyecto, puesto a prueba en diversas instalaciones en Europa, están el desarrollo de nuevos compuestos orgánicos capaces de permitir baterías de alto voltaje y la creación de membranas más selectivas con procesados de bajo impacto económico. Se trata de logros que permiten incrementar la potencia más de un 10% y aumentar la duración del sistema, y todo ello bajo un menor coste. Además, esta clase de baterías cuentan con un riesgo mucho menor de incendio o explosión.
Otro de los prototipos prometedores ha sido desarrollado por el Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés). Y es que, aunque en este caso está destinado a los coches eléctricos, este grupo de investigadores ha logrado desarrollar baterías con cátodos –el electrodo positivo que recibe electrones durante la descarga, permitiendo el flujo de corriente eléctrica– de materiales orgánicos, lo que las vuelve más sostenibles y capaces de mantener la misma velocidad de conducción de la electricidad. ¿El coste de fabricación? Entre un tercio y la mitad de lo que supone una batería tradicional.
De este modo, las baterías orgánicas prometen menor contaminación, gran potencia y mayor seguridad. Asimismo, pueden proporcionar un carácter sostenible en relación con las fuentes de energías renovables al almacenar la energía de un modo completamente respetuoso con el medioambiente.
Son proyectos que prometen solucionar grandes quebraderos de cabeza, puesto que se prevé que la demanda de todo tipo de baterías –principalmente asociada a la implementación general de los vehículos eléctricos, la fabricación de dispositivos electrónicos y la transformación industrial– multiplique hasta cuatro veces los materiales utilizados en las baterías tradicionales, como ocurre con el cobalto o el litio.
El desarrollo de baterías orgánicas abriría la puerta a una mayor accesibilidad y a un descenso del coste, con un uso más responsable y sostenible.
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