Miércoles, 8 de junio de 2022
Pesca, turismo, energías renovables, biotecnología o minería subterránea. Estas actividades económicas, conocidas por todos, forman parte del conjunto de acciones a través de las cuales el ser humano ha explotado los océanos y espacios marinos en los últimos tiempos. El aprovechamiento de los múltiples recursos que ofrece esta fuente de oportunidades, cuya superficie cubre tres cuartas partes del planeta, se alinea cada vez con mayor peso con la sostenibilidad para contribuir a la buena salud de estas superficies marinas.
La ciencia sigue avanzando para encontrar soluciones que equilibren el binomio economía-sostenibilidad. Para hacernos una idea de la riqueza que aporta esta industria, se estima que la llamada ‘blue economy’, o economía azul en nuestro idioma, ocupa la séptima posición en el ranking de economías de todo el planeta, con un impacto total que ronda los 2,5 billones de dólares.
En España, basándonos en datos de la Red Española del Desarrollo Sostenible, los sectores ligados a mares y océanos emplean a 945.000 personas y aportan un valor añadido bruto cercano a los 32.700 millones de euros. Cifras que ilustran un potencial que todavía tiene un elevado margen de crecimiento.
El tráfico que “amenaza” al mundo marino
Sin embargo, no todos los datos son positivos si atendemos a la salud de mares y océanos. Como consecuencia de todas estas actividades, unidas al fenómeno de la globalización que se ha consolidado en el siglo XXI, el tráfico ha incrementado su tránsito por estas ‘autopistas marinas’ de manera significativa. Y se estima que irá a más. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación calcula que, entre 2006 y 2014, el tráfico marino mundial creció un 260% y prevé un incremento de hasta un 1.209 % para el año 2050, según un estudio elaborado por investigadores de la Universidad McGill de Canadá.
Por su parte, la Agencia Europea de Seguridad Marítima (AESM) ha advertido en un informe que la crisis sanitaria originada por el covid-19 redujo en 2020 un 10 % el tráfico marítimo de la Unión Europea, región que concentra la quinta parte del comercio marítimo en todo el mundo. Aun así, este tipo de transporte mantuvo durante la pandemia sus líneas de suministro abiertas y demostró una gran capacidad de resiliencia, por lo que todo apunta a que se recuperará esta tendencia alcista de las últimas décadas.
El comercio marino es capaz de movilizar cualquier tipo de mercancía. Muchos de estos buques gestionan y transportan materiales potencialmente peligrosos, de igual forma que sucede en las autopistas terrestres, y los accidentes con productos como los hidrocarburos y aquellos considerados como Sustancias Nocivas Potencialmente Peligrosas (SNPP) pueden poner en riesgo la sostenibilidad de los entornos marinos.
Respecto a los derrames de hidrocarburos, los avances científicos y tecnológicos han implementado técnicas y procedimientos para prevenir y gestionar estos incidentes, que ahora también se empiezan a desarrollar para dar respuesta a sucesos de contaminación química en el medio marino.
‘Big Data’: De la nube al fondo del mar
Los expertos continúan en la búsqueda de estrategias más efectivas para responder de manera eficaz ante estos posibles accidentes, con el objetivo final de minimizar el impacto ambiental que pudieran desencadenar. Un camino en el que el ‘Big Data’ tiene el potencial de jugar un papel clave.
Dentro del mundo hiperconectado en el que vivimos, sectores como los servicios financieros, la hostelería y el turismo, la administración o la industria del entretenimiento muestran un mejor desempeño y eficiencia con el análisis, la gestión y la interpretación de estos algoritmos. En el tema que nos ocupa, la monitorización y el almacenaje de datos en la nube proporcionados por el ‘Big Data’ se ha mostrado como una “materia prima” fundamental en la protección de los medios marinos frente a la contaminación química.
Con el fin aprovechar este potencial, desde el ámbito privado, Cepsa ha trabajado en la puesta en marcha de un nuevo proyecto, SICMA: este sistema pionero utiliza grandes volúmenes de datos operacionales para anticiparse y mejorar la gestión de hipotéticos incidentes con sustancias químicas en el ámbito marítimo y portuario. Entre la información que maneja dicho sistema destacan las imágenes de satélite y los datos meteorológicos y oceánicos de distintas plataformas e instituciones nacionales e internacionales como AEMET, Puertos del Estado o Copernicus.
A partir de datos de predicción de las condiciones marinas y atmosféricas, como el viento, las corrientes y las características del derrame (producto, cantidad…), se predice a tiempo real la evolución de la trayectoria de un derrame químico, tanto en el medio marino como en el atmosférico.
Toma de decisiones y respuesta rápida
Estos datos permiten evaluar el riesgo de un incidente, facilitando la correcta toma de decisiones y agilizando por tanto la puesta en marcha de los protocolos de actuación adecuados en una situación de emergencia. Situaciones en las que la anticipación y el tiempo de respuesta son clave.
El proyecto, que ha transcurrido durante dos años y medio de trabajo, ha contado con la participación del Área de Protección Ambiental de Cepsa y su Centro de Investigación junto al Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria (IH Cantabria), a través del programa Retos-Colaboración del Ministerio de Ciencia e Innovación.
En la actualidad, SICMA se encuentra operativo en los centros industriales de San Roque (Cádiz) y de Palos de la Frontera (Huelva). Para José Manuel Fernández-Sabugo, responsable de la gestión de las terminales marítimas de Cepsa y director de Cepsa Canarias, este sistema supone un “gran avance” en las labores relacionadas con la prevención y fortalece el compromiso de la empresa por la “seguridad de sus instalaciones y la transparencia en sus operaciones”.
Este nuevo instrumento de optimización de la respuesta ante la contaminación química marina refuerza así el sistema Athenea con el que ya contaba Cepsa, cuyas funcionalidades se orientan a prevenir derrames de hidrocarburos desde hace años en los centros industriales de la compañía en Andalucía y Canarias.
Apoyo de la Agenda 2030
La protección de mares y océanos es un desafío global y, como tal, requiere respuestas conjuntas, tanto del sector privado como de las administraciones públicas. Por ello, las Naciones Unidas incluyó entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en el año 2015, la conservación y el uso sostenible de los recursos marinos como una prioridad.
En concreto, entre los desafíos fijados en la Agenda 2030, el ODS14 establece, de cara al año 2025, una reducción significativa de la contaminación marina de todo tipo y un aumento de los conocimientos científicos y de la investigación para restablecer un equilibrio entre el uso de los recursos marinos y el respeto al medio ambiente a la conservación de los océanos. En el caso de SICMA, la tecnología se convierte en una gran aliada para mejorar la seguridad marina a través de la formación, la prevención y la respuesta rápida.
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