Hoy no es el día de… la ingeniería para el desarrollo sostenible

Capaz de abordar los mayores desafíos de cada época, la ingeniería ofrece a los seres humanos las herramientas tecnológicas para mejorar su calidad de vida. Sin embargo, la tecnología no lo puede hacer todo. Ha de ser nuestro compromiso como especie el que guíe sus pasos hacia una consecución real de la sostenibilidad del planeta

Cuando hablamos de ingeniería, nos puede dar la sensación de que estamos hablando de algo relativamente actual. Pero si bien su clasificación en ramas como química, mecánica, industrial o civil es más reciente, en realidad, la ingeniería es tan antigua como el mismo ser humano. 

Desde el principio de los tiempos, los individuos hemos necesitado herramientas de la ingeniería para sobrevivir. Artilugios como las hachas, las lanzas o la polea han sido imprescindibles para poder cazar, confeccionar abrigos con pieles o defendernos.  

Cuando hablamos de los orígenes de la ingeniería, nos referimos a ese conjunto de saberes y de instrumentos aplicados que comienza hace aproximadamente 8.000 años. Es en este periodo de la humanidad cuando se empieza a cultivar, a domesticar animales y a construir casas. 

En la antigua Grecia, los mayores aportes al conocimiento fueron esencialmente en ámbito de la arquitectura, las ciencias y las humanidades. Es durante el periodo de la antigua Roma, cuando la ingeniería experimenta un gran salto en su desarrollo. Aquí comienza la construcción de civilizaciones caracterizadas, entre otras cosas, por sus grandes e innovadoras infraestructuras como acueductos, sistemas de saneamiento, calzadas y puentes, entre otros.  

Fue precisamente el surgimiento de las ciudades lo que provocó una nueva organización social que, a su vez, impulsó el nacimiento de otras profesiones, como administradores, clérigos, escribas o artesanos. Son los artesanos, dedicados a diferentes tareas elaboradas con herramientas manuales, los considerados como los primeros ingenieros. Hoy, aquellos humildes útiles de trabajo han sido sustituidos por poderosas máquinas que suponen un ahorro de tiempo y de esfuerzo. 

La ingeniería ha supuesto una revolución en el conocimiento y en la calidad de vida, pero no solo se trata de trabajar mejor, sino de vivir mejor y de interactuar de manera sostenible con nuestro entorno. La ingeniería, con sus diferentes especializaciones, vuelve a liderar otra revolución: la de hacer frente a los retos medioambientales, sociales y económicos del siglo XXI. 

Innovación tecnológica al servicio del planeta: los ODS

Las Naciones Unidas establecieron en 2015 un marco global para abordar los principales desafíos mundiales. Se trata de la Agenda 2030 y, en concreto, de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La ingeniería posee un papel central en muchos de estos objetivos. Veamos algunos ejemplos.

El ODS 6 se refiere a la necesidad de acceso al agua potable, el saneamiento y la higiene para todos. En este sentido, el reciclaje del agua residual (el agua regenerada) destaca, desde hace años, como una de las mejores alternativas para aquellas zonas donde es un bien escaso. 

Un ejemplo es Namibia, considerado el país más seco del continente africano. Su capital, Windhoek, situada en el centro del país y a 1.700 m de altitud, posee una ubicación muy complicada para el transporte de agua desde zonas periféricas. Con sus 464.526 habitantes (2023), se ha convertido en una de las primeras ciudades en adoptar este método de suministro circular durante el cual, el agua que iba a ser desechada, se puede volver a utilizar mediante grandes depuradoras. Este proyecto lleva funcionando de manera exitosa desde 1968.  

La sostenibilidad en la ingeniería civil ha pasado a ser prioritaria. El ODS 9 pretende construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización sostenible y fomentar la innovación. En este sentido, esta rama emplea nuevos materiales como bioplásticos hechos a partir de algas u hormigón que absorbe CO2, así como nuevas soluciones para la recolección y reutilización del agua de lluvia. 

Se trata solo de algunos ejemplos que evidencian el papel de la ingeniería en el desarrollo y el bienestar de la humanidad, desde sus comienzos. La UNESCO declaró el 4 de marzo como el Día Mundial de la Ingeniería para el Desarrollo Sostenible, precisamente por su papel central en el progreso y la consecución de un mundo más equilibrado con las necesidades de la sociedad y el planeta.