Martes, 7 de enero de 2025
Sobre la noche más oscura del alma, el ser humano siempre ha encontrado luz. Los grandes exploradores de siglo XVI responden a los mayores desafíos de su tiempo o en la edad contemporánea, el expresidente estadounidense, John Fitzgerald Kennedy, escogió ir a la Luna, en la década de los sesenta, no porque fuera fácil sino, precisamente, porque era una “tarea difícil”. Esa fue su reflexión en la Universidad de Rice (Houston, Texas), el 12 de septiembre de 1962, pocos meses antes del magnicidio, frente a una multitud entusiasta de jóvenes universitarios. Los últimos datos de las Naciones Unidas cuentan que la extracción de minerales esenciales en la transición energética aumentará un 60% hasta 2060. Un coche eléctrico emplea diez veces más estos componentes que uno de combustión. El desafío de reciclar y reutilizar sus minerales metálicos es una de las grandes dificultades del famoso European Green Deal. Pero esta es la esencia del hombre: resolver problemas. Así ha evolucionado. A veces con opciones increíbles.
Un equipo de la Universidad de Edimburgo (Escocia) está utilizando bacterias (unas simples formas de vida) para extraer litio, cobalto, manganeso y otros minerales de baterías viejas y de restos de equipos electrónicos. “Es un camino difícil pero necesario”, observa Louise Horsfall, director de Biotecnología Sostenible del centro académico. “Si vamos a poner fin a nuestra dependencia petroquímica, estaremos, cada vez, más ligados a los metales críticos”, afirma. Y apunta: “Placas fotovoltaicas, drones, impresoras 3D, propulsión por hidrógeno, turbinas eólicas, motores eléctricos”. Todos dependen de estos minerales, hasta ahora casi olvidados en la tabla periódica de los elementos químicos. En este caso, el comportamiento de estas bacterias resulta asombroso. Algunas pueden sintetizar nanopartículas de metales. Los científicos utilizan diferentes tipos de bacterias según se trate, por ejemplo, de litio o níquel.
El profesor Horsfall es un pionero en este mundo y entre sus colaboradores —a través del programa ReLib— forma parte la investigadora e ingeniera Nathalie Madoc. La explicación recorre, someramente, los circuitos de lo técnico, pero resulta algo único. Lean. “Aprovechamos la resistencia natural a los metales y la selectividad de las bacterias para extraer metales críticos como el litio, el cobalto, el níquel y el manganeso de las baterías usadas”, aclara Madoc. “Las bacterias” —por contarlo sencillo— “se mezclan con los metales disueltos de las bacterias de iones de litio usadas (lo que se conoce como sopa de metales) y cada clase de bacteria crea las condiciones propicias para seleccionar los iones metálicos disueltos en nanopartículas”, describe la ingeniería. Vamos, como pequeñas pepitas de metal. En los próximos años este proceso podría generalizarse. Esa es una esperanza: van por el buen camino, y no, desde luego, porque resulte fácil.
Otra de esas voces llenas de conocimiento es la de Andy Abbot, profesor de química-física de la Universidad de Leicester (Inglaterra). Plantea los retos y las soluciones a estos metales. “Las baterías duran más de lo esperando, por lo que hay muy pocas de vehículos eléctricos en el mercado”, reflexiona. Pese a la escasez de oferta, la técnica ya está disponible. “Existe la tecnología para hacer que el material sea seguro y procesarlo en productos químicos precursores de baterías”, adelanta. Y llega la esperanza (las misiones Apollo tardaron casi una década en alunizar y la prisa no es cómo el hombre mide el tiempo). La escala y el desmontaje manual significan que la economía del proceso no es favorable hoy, pero esto debe mejorar”, desgrana.
Al igual que ir a la Luna, las condiciones de despegue resultan complejas. Sol, viento, lluvia. A pesar de su escasez —según el Foro Económico Mundial— la tasa de reciclaje de muchos metales críticos está por debajo del 5%. En el caso de las baterías ronda un 1%. Pero el hombre lleva luz donde prevalece la oscuridad. Un consorcio —liderado por el Departamento de Biociencia de la Universidad de Durham, Inglaterra— ha conseguido transformar el cobalto en vitamina B12 (como suena), uno de los componentes esenciales en la dieta humana. Otra opción (biorremediación, en su traducción al español) propone descomponer elementos contaminantes en aguas polucionadas. Son vías paralelas. A medida que surgen soluciones también aparecen los problemas de un planeta complejo geopolíticamente. Ninguna imagen mejor que las dificultades de las misiones Apollo, que también fue una carrera geoestratégica. El año pasado —poco antes de Navidad— China prohibió la exportación de tecnologías que extraen y separan metales críticos. Las considera estratégicas.
Aquí entran las Leyes de Newton: “Cada acción siempre se opone una reacción igual, pero de sentido contrario”. Una compañía poco conocida, con sede en Colorado, Tusaar Corporation, ha demostrado que puede recuperar al menos el 95% de los valiosos metales críticos y escalar sus procesos. Las tierras raras son comunes, pero se diluyen en el mineral y de ahí hace falta extraerlo. Ellos persiguen crear una economía circular (aunque no detallan el sistema de extracción, patentado) y hacer que parte del suministro doméstico esté disponible. En el pasado, los parques eólicos demolían las turbinas más antiguas haciéndolas estallar y las enterraban en campos abiertos. Hoy, todos los Estados exigen a los propietarios de parques que retiren y reciclen las turbinas de manera responsable.
En esa tierras rojizas y bellas de la América menos conocida, Gautan Khanna, consejero delegado de Tussar, se desenvuelve con el entusiasmo de quien sabe que lleva a cabo una tarea importante. “Al recuperar metales valiosos de los productos al final de su vida útil, Europa y América pueden reducir la dependencia de las materias primas importadas, estabilizar las cadenas de suministro y reforzar sus posiciones en las tecnologías verdes emergentes”, relata. Y añade: “En esta era de aceleración de competencia internacional y urgencia tecnológica, lograr la independencia del reciclaje de metales críticos no solo es estratégico; es imperativo”, zanja.
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