Martes, 11 de abril de 2023
Si en 2022 la música recuperó parte de la actividad perdida durante la pandemia, este año las cifras podrían superar a las anteriores. Tanto es así que un informe publicado por la consultora EY recoge que esta industria era una de las más relevantes en Europa, con una facturación de 643.000 millones de euros, lo que suponía el 4,4% del PIB de la Unión Europea en términos totales. En España, en 2019 se celebraron más de 805 festivales con una afluencia superior a los 6,5 millones de personas, que situaron a nuestro país como el primer destino turístico de festivales del continente, tal y como se explica en el estudio de la Asociación de Festivales de Música (FMA), con datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Ante unas cifras tan significativas, cabe preguntarse qué impacto tiene este sector en el medioambiente. En un festival tipo se estima que cada persona, ya sea trabajador o visitante, puede generar una huella de 25 kg de dióxido de carbono, lo que nos ofrece un volumen de aproximadamente 160.000 toneladas emitidas en el año 2019. Una dimensión que alertó a los propios artistas. En esta línea, Alejandro Sanz se comprometió a que sus giras tuvieran emisión cero, y para comprobarlo analiza las emisiones de CO2 tras los conciertos para después compensarlos con inversiones destinadas a plantar árboles o a paliar la huella de carbono.
Muchos años antes, en 2007, Radiohead fue una de las pioneras en medir su impacto medioambiental y comenzaron una campaña para concienciar sobre este fenómeno. Entre sus propuestas se encontraban el transporte con combustibles alternativos, usar energía solar, no comer carne durante los espectáculos y, también, la renuncia explícita a que su disco In Rainbows tuviera una impresión física.
Coldplay, líder musical del movimiento verde
Chris Martin, vocalista de Coldplay, sorprendió al mundo cuando en 2018 declaró que se tomarían un tiempo para definir cómo sus giras podían ser sostenibles y “activamente beneficiosas” en todos los niveles. Así pues, decidieron que en cada gira debían reducir al 50% las emisiones de CO2, respecto a la anterior.
Music of the Spheres, la séptima gira de conciertos realizada por esta banda británica de rock alternativo comenzó en marzo de 2022 y finalizará en otoño de 2023, ya se ha organizado en torno a 12 puntos claves: las emisiones, la electricidad, el merchandising, la comida o la gestión de residuos, entre otros, son aspectos que se han tenido en cuenta para la ocasión. Por ejemplo, en todos sus vuelos —comerciales y chárter— utilizarán combustible de aviación sostenible (SAF); el escenario está construido con una combinación de materiales ligeros reutilizables, incluido acero reciclado; usan paneles solares fotovoltaicos situados detrás del escenario, alrededor del estadio o en las explanadas exteriores para generar electricidad; y, además, desarrollaron junto con la compañía SAP una app gratuita para concienciar a su público de que utilicen medios de transporte con bajas emisiones de carbono para ir y volver de los espectáculos.
¿Festivales verdes?
A Greener Future (AGF), una ONG conocida anteriormente como A Greener Festival, es una organización que desde 2005 se dedica a ayudar a festivales y recintos de todo el mundo a ser más sostenibles. AGF proporciona una certificación a aquellos eventos que considera realizan buenas prácticas.
¿Qué debe hacer un evento musical en directo para ser considerado sostenible? La directora de AGF, Teresa Moore, explica que en sus comienzos, los festivales no tenían presupuesto para buscar nuevas soluciones y “apenas existía una cadena de suministros ecológica que ayudara a reducir el impacto”. Sin embargo, las nuevas generaciones han provocado un cambio de mentalidad y la eliminación de los plásticos de un solo uso “mucho antes de que existiera legislación al respecto”, el incremento de comida vegetariana y vegana, o el uso responsable para reducir el consumo de energía son algunos de los ejemplos que señala como principios de los festivales actuales.
“El cambio fue impulsado por los apasionados de la ecologización de sus eventos, que a menudo desempeñaban varios trabajos o eran voluntarios. Un festival más ecológico sobrevivió en gran medida gracias a la pasión y la buena voluntad”, aseguró Moore a Planet Energy.
Respecto a los retos del futuro más próximo, AGF considera que los organizadores “podrían esforzarse mucho más por resolver el problema de los residuos”, especialmente en los campings, muy arraigado en este tipo de eventos. Para ellos, tiene que cambiar la cultura de que si yo dejo mis residuos, ya se encargará otro de recogerlos, en otras palabras, los asistentes se responsabilicen de sus propios residuos y quien no lo cumpla, deben “estar más dispuestos a penalizar económicamente a quienes los dejan”.
La sostenibilidad abarca varios prismas
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fueron adoptados por las Naciones Unidas en 2015 como un llamamiento universal para proteger al planeta y sus habitantes. Con este propósito se fijaron 17 puntos a solucionar de carácter independiente pero, al mismo tiempo, integrados entre sí. La industria de la música en directo, desde su radio de acción y consciente de su capacidad como dinamizador económico, turístico y cultural, profundiza en los ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico) y ODS 11 (Ciudades y Comunidades Sostenibles).
El festival Sinsal, que se celebra en un pequeño archipiélago de Galicia formado por dos islas, San Simón y San Antón, situadas en las Rías Baixas, está considerado como uno de los primeros festivales sostenibles de España. Uno de sus codirectores, Julio Gómez, asegura que esta distinción no surge de un plan concreto, sino de aplicar el sentido común a la hora de organizar el evento. Para ellos, todo nace de proteger la sostenibilidad social, entendida como la igualdad de oportunidades —sus artistas nunca repiten en el cartel y siempre son poco conocidos— y la concienciación grupal sobre el respeto medioambiental.
En el montaje de un festival, ya sea para 500 personas o para 50.000, se necesita mucha infraestructura de decoración, diseño e imagen, sonido e iluminación, junto con zonas de restauración, seguridad y sanidad, limpieza y gestión de residuos, además de comunicaciones y transporte, centros de tecnología, billetería y atención al cliente, sin olvidar los puntos de generación de energía. Una complejidad que mantiene activo el debate sobre la viabilidad sostenible de este tipo de espectáculos masivos.
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