Martes, 25 de octubre de 2022
La gestión de la energía ha sido siempre una de las principales preocupaciones de la sociedad. El equilibrio entre oferta y demanda de los recursos energéticos es, desde hace siglos, una de las grandes cuestiones por resolver en términos de sostenibilidad. El panorama geopolítico internacional y la subida de los precios en el sector hacen que conceptos como el de ‘eficiencia’ den un paso más en la escala de importancia, para hacer frente a las necesidades no solo del futuro, sino también ya de nuestro presente, dejando a un lado su carácter coyuntural y consolidándose como una estrategia estructural.
La eficiencia energética hace referencia, según los especialistas, a todos los procesos y capacidades a través de los cuales se puede desarrollar una actividad con normalidad utilizando la menor cantidad posible de recursos. Es decir, no implica un cambio en los hábitos de consumo, sino la incorporación de determinadas medidas para optimizar los mismos.
Precisamente, un menor empleo de recursos energéticos se traduce de manera directa en un ahorro de energía, impacto que redunda en un triple beneficio: supone una rebaja en la factura energética; fomenta un impacto positivo en el medio ambiente al reducir la huella de carbono y favorece mejoras en el abastecimiento promoviendo un consumo responsable en el usuario.
Según Red Eléctrica de España, en 2021 se demandaron más de 257.100 GWh en España de energía eléctrica (casi el 40% de la producción eléctrica fue renovable), un 2,8% más respecto a 2020. Teniendo en cuenta que a nivel mundial la población alcanzará los 10.000 millones de habitantes en 2050, en base a estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas, ajustar el uso energético cobra más sentido que nunca para garantizar el abastecimiento de una creciente población y proteger la sostenibilidad del planeta.
Pulso de la UE por el ahorro energético
La eficiencia energética no es un término nuevo. En los últimos años se ha introducido de forma prioritaria en las agendas de todos los Gobiernos, aunque dicha estrategia se ha visto enormemente acelerada para el corto plazo. La Comisión Europea (CE) aprobó a finales de julio de 2022, en Bruselas, un plan de emergencia energética en el que se insta a los países de la Unión Europea a reducir “un 15% el consumo de gas” entre agosto de ese año y marzo de 2023, así como a limitar en la ciudadanía el uso del aire acondicionado en verano y el de la calefacción de cara al invierno. El objetivo es rebajar un 36% el consumo de energía final y un 39%, el de energía primaria para el año 2030.
¿Qué medidas ha adoptado España?
En el panorama nacional, el Gobierno sacó adelante el 25 de agosto el Real Decreto-ley 14/2022, de 1 de agosto, de medidas de sostenibilidad económica en el ámbito del transporte, en materia de becas y ayudas al estudio, así como de medidas de ahorro, eficiencia energética y de reducción de la dependencia energética del gas natural.
Este incluye un plan de choque de ahorro energético que pretende reducir el consumo de energía en edificios administrativos, recintos públicos y comercios. Unas medidas con las que se busca facilitar el cumplimiento de los compromisos europeos derivados del conflicto en Ucrania. Entre ellas destaca limitar la temperatura de la calefacción a 19ºC y a 27º, la refrigeración; apagar las luces en los escaparates de comercios y edificios públicos a partir de las 22:00 horas; favorecer el transporte público con billetes de tren gratuitos o reducciones de las tarifas hasta finales de año; descuentos del 50% de los servicios ferroviarios; o ayudas al transporte terrestre de mercancías, para tratar de garantizar que el precio del transporte sea superior a los costes y gastos individuales del transportista.
A las normas incluidas en el nuevo plan se sumó a comienzos de septiembre la aprobación de una rebaja del IVA del gas, que pasará del 21% al 5% y supondrá “un ahorro de hasta 190 millones de euros” para familias y empresas durante el último trimestre del año, en base a informaciones del propio Ministerio de Hacienda y Función Pública.
Compromiso conjunto de la sociedad
Sin embargo, el abordaje de la eficiencia energética requiere un enfoque multisectorial que implique tanto a las instituciones, como a la industria, el transporte y a los propios ciudadanos.
A nivel industrial, las soluciones pasan por la incorporación de tecnologías óptimas en equipos y procesos junto a la implementación de sistemas de gestión energética. Entre otras claves, la apuesta por la economía circular para aprovechar al máximo la vida útil de los recursos, el impulso a la innovación tecnológica eficiente y las energías renovables limpias, la gestión de la energía de un modo eficaz o el uso de biocombustibles limitarían el impacto energético del sector.
En este sentido, Lucia Dólera, directora de proyectos de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), tiene claro que ante esta situación de crisis internacional “las energías verdes son la solución” en un escenario en el que España debe aprovechar el recurso solar, junto a la tecnología y el conocimiento, para ser pionero en la “independencia energética de terceros países”. Según datos internos, la producción de energías renovables en 2021 alcanzó una representación del 46,6% de la electricidad generada, con especial atención a la fotovoltaica, que marcó su “récord histórico” con el 8,1%, su “récord histórico”.
Junto a la industria, las ciudades más pobladas del país demandan la mayor parte energía en España, razón por la cual deben readaptar sus recursos hacia un modelo más sostenible. La rehabilitación energética de edificios, la mejora del alumbrado público en el exterior con luces de menor consumo, el impulso de las comunidades energéticas locales, el límite a 30 kilómetros por hora del transporte en todas las vías urbanas y la recogida separada de residuos domésticos para alargar su vida útil son algunas de las propuestas sugeridas en un estudio de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).
Trucos para ahorrar energía en tu día a día
Aun así, todas estas medidas resultarían insuficientes sin la concienciación cívica. Los ciudadanos pueden incrementar la eficiencia energética en sus hogares siguiendo una serie de recomendaciones básicas: aprovechar al máximo la luz solar, disponer de ventanas y puertas resistentes que mejoren la climatización, aislar térmicamente la vivienda, emplear electrodomésticos más eficientes y adaptar su uso a las horas valle son algunas de ellas. El reto es mayúsculo, porque, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), ocho de cada diez edificios en España son ineficientes por falta de aislamiento térmico, con una calificación energética E, F o G. Además de estos consejos, hay otras acciones más desconocidas que pueden ayudarnos a optimizar el uso de la energía en nuestra rutina diaria.
A la hora de poner una lavadora -segundo electrodoméstico de mayor consumo-, el Instituto Catalán de Energía aconseja aprovechar al máximo su capacidad y tratar de lavar en frío, teniendo en cuenta que un programa a 90°C gasta cuatro veces más energía que uno a 40°C.
Además, evita secar la ropa en los radiadores. Los expertos apuntan que, por cada grado que aumentamos la temperatura de la calefacción, el consumo de energía se eleva un 7%. Hay que intentar no utilizar cubrerradiadores ni ningún otro elemento que impida la salida de calor en el aparato para calentar nuestro hogar.
Y del lavado a los fogones, el italiano Giorgi Parisi, premio Nobel de Física 2021, asegura que cocer la pasta con el fuego apagado tras dos minutos de ebullición del agua permite ahorrar “hasta ocho minutos” de consumo de energía.
Finalmente, una original forma de obtener más claridad en casa sin necesidad de pulsar el interruptor es colocar un espejo cerca de una ventana. Así, se logra que la luz solar se refleje, aumentando el espacio iluminado en la vivienda.
Con esta suma de compromisos por todos los agentes de la sociedad, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) asegura que duplicar los esfuerzos por la mejora de la intensidad energética anual, pasando del 2 al 4%, permitiría reducir las emisiones en 5.000 toneladas de CO2 en 2030 y tendría una incidencia directa en el empleo, con la creación de diez millones de puestos de trabajo adicionales.¿Te ha parecido interesante?