Jueves, 25 de enero de 2024
Durante los últimos veranos hemos visto cómo las condiciones climatológicas cambiaban sustancialmente. Estos cambios han contribuido de forma decisiva a aumentar el estrés hídrico en ríos, embalses y acuíferos.
Sin embargo, y pese a todas las alarmas, no hay que olvidar que España es en realidad un país tremendamente rico en variedad hidrográfica. Esta no solo está representada por 34 ríos principales, agrupados en tres vertientes –la mediterránea, la atlántica y la cantábrica–, sino también por una abundancia de agua subterránea. Esta agua da vida a un amplio patrimonio natural y paisajístico, que a su vez contribuye directamente a una gran diversidad de recursos como alimento o energía, entre otros. Los ríos son las arterias de la tierra; son y dan vida, aportan belleza y facilitan el crecimiento económico. ¿Qué gran civilización no se asentó en torno a la cuenca de un gran río?
Lamentablemente, los ríos de nuestras civilizaciones modernas se ven afectados en mayor medida por la actividad humana. Además, la escasez de precipitaciones supone fuertes impactos sobre el caudal del río, ya que la necesidad de agua para riego y otros fines agrarios aumenta la demanda. En España, cerca del 70% del agua para consumo está destinada a la agricultura, mientras que unos 99.000 Hm3/año de aportación media provienen de ríos, embalses y acuíferos, según datos del medio especializado Iagua.
Así, es fundamental que la construcción de embalses y trasvases se haga con una planificación adecuada, con una visión a largo plazo que garantice el agua del futuro, así como un caudal ecológico que mantenga a nuestros ríos vivos y ricos.
La Unión Europea, pionera y maestra en materia regulatoria, creó un marco de protección. Bajo la experiencia de retos comunes nació la Directiva Marco del Agua (DMA). Se trata de una regulación a escala europea de la planificación del uso del agua con el fin de mejorar el estado de los ríos, acuíferos y humedales. ¿El objetivo? Asegurar una buena cantidad y calidad del agua ahora y en el futuro. «Necesitamos que se haga un uso razonable del agua y lograr la “recuperación de costes”, a la que obliga la DMA.
Por otro lado, España ha lanzado la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos 2023-2030, que tiene como objetivo “impulsar la recuperación de las masas de agua de tipo río en las demarcaciones hidrográficas españolas y alcanzar el buen estado o buen potencial ecológico en aquellas que no cumplían este requisito, de acuerdo con lo establecido en la DMA y en la planificación hidrológica”.
Así, junto a una serie de estrategias medioambientales y de seguridad hídrica, una de sus principales metas es la restauración de casi 3.000 km de ríos españoles antes del año 2030. A nivel europeo existe también la Estrategia de la UE sobre biodiversidad para 2030, cuyo fin es liberar obstáculos en 25.000 km de ríos en todo el continente europeo para restaurar caudales que actualmente se encuentran fragmentados y por ende, en situaciones de vulnerabilidad. Con esta estrategia se rehabilitarán comunidades biológicas naturales; se restablecerán conexiones entre poblaciones de peces y sus movimientos migratorios y reproductivos. Además, se reconectarán y ampliarán los bosques de ribera en zonas ocupadas por presas hidroeléctricas.
La preservación y el cuidado de nuestros ríos es fundamental para asegurar la vida del mañana. No se puede olvidar que la humanidad se desarrolló junto a los grandes ríos. De sus cauces extrajimos los papiros sobre los cuales escribimos y forjamos el pensamiento complejo de la actualidad, así como los ladrillos para cimentar ciudades milenarias de las que todavía hoy somos descendientes. No olvidemos las palabras de la escritora Ann Zwinger: “Si hubo un río en el lugar donde crecimos, probablemente lo oiremos siempre”.
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