Jueves, 9 de enero de 2025
Si bien el sector de la construcción presenta buenos datos en nuestro país, tiene encima de la mesa algunos desafíos que plantean un verdadero cambio de modelo, entre los que destaca la necesidad de ser más sostenible. Es en este punto donde ha puesto el foco la ley y donde se están produciendo las sinergias y alianzas más prometedoras de cara a lograr una construcción con menor impacto en el medioambiente. Los expertos coinciden en señalar a la economía circular como el mayor de los retos, ya que la incorporación del reciclaje en los procesos requiere de la participación coordinada de todos los actores implicados. En paralelo, también reconocen que, en algunos casos, la reducción de costes tiene un impacto muy bien recibido en la cuenta de resultados en forma de una mayor rentabilidad.
Respecto a la normativa de referencia —Ley 7/2022—, establece objetivos específicos de reutilización, reciclado y valorización material para los residuos de construcción y demolición, que deben alcanzar el 70% en peso. Según esta ley, los residuos no peligrosos deben clasificarse en el lugar de generación y en fracciones específicas, como madera, minerales, metales, vidrio, plástico y yeso, para favorecer la economía circular. Igualmente marca la obligación de llevar libros digitales de materiales en nuevas obras, permitiendo así su reutilización y reciclaje.
Los expertos no dudan que esta normativa “aporta beneficios importantes, como la protección medioambiental y la segregación de residuos”. Sin embargo, lamentan que el texto no sea más específico con el tratamiento de cada material: “Por ejemplo, los residuos como el yeso requieren un tratamiento separado, ya que no pueden mezclarse debido a su comportamiento inestable en contacto con el agua”. Así lo explica Jaime de Luis Rullán, coordinador de IRP y Sostenibilidad de la compañía Saint-Gobain Weber, firma especializada en la fabricación de morteros industriales para la edificación, presente en medio centenar de países.
En opinión de Rullán, el hecho de que el marco normativo sea “cada vez más restrictivo” está impulsando a las empresas “a gestionar correctamente sus residuos”. ¿Cómo? “La segregación en obra es ahora habitual, con diferentes contenedores para cada tipo de residuo. Además, algunas empresas avanzadas emplean prensas para compactar papel o retirar sobrantes de EPS (poliestireno expandido), lo cual ha reducido notablemente los costes de gestión de residuos”, asegura. Pese a estos avances, en nuestro país “hay en estos momentos dos velocidades: algunos residuos como papel, vidrio y metales, que ya tienen circuitos de reciclaje establecidos, mientras que otros con alto potencial de reciclado, como EPS o fibras de vidrio, aún no han entrado en estos circuitos de manera amplia debido a la falta de valorizadores”, matiza.
El experto tiene claro que para las empresas pequeñas “estos desafíos son muy complejos”. Y como solución para que toda la cadena de valor participe de la economía circular en la edificación, las anima “a participar con las asociaciones representativas del sector”. “La implementación de la economía circular solo es posible si todos los actores colaboran —continúa—. La función de la administración debería facilitar el encuentro entre el poseedor del residuo y el valorizador, garantizando un producto seguro y conforme a los estándares”. Para Rullán, “la Ley 7/2022 concede mecanismos a las administraciones para fomentar la economía circular, y sería deseable que se usaran con mayor frecuencia”.
Cómo reciclar 1.000 toneladas de residuos al año
Entre las sinergias que se están produciendo en nuestro país, Saint-Gobain Weber participa de una de las más ambiciosas, ya que el objetivo es reciclar junto a Moeve 1.000 toneladas de residuos al año: “A través de esta alianza aprovechamos los catalizadores utilizados en los parques energéticos de Moeve una vez se han agotado, empleándolos como materia prima en la fabricación de los morteros que usamos para colocar y rejuntar cerámica, revestimiento y rehabilitación de fachadas”, explica Rullán.
Por su parte, desde Moeve confirman que esta colaboración se alinea plenamente con su estrategia: “Nuestro compromiso con un modelo de consumo sostenible y orientado hacia el residuo cero impulsa alianzas de simbiosis industrial, como nuestra colaboración con Saint-Gobain Weber”, explica Mar Perrote, directora de Seguridad, Medioambiente y Calidad de Moeve. Así, “a través de innovaciones pioneras y soluciones técnicas vanguardistas, nos encaminamos hacia un futuro más sostenible y resiliente, donde la economía circular es una palanca aceleradora de la transición energética”, asegura.
Y es que esta hoja de ruta de la firma energética abarca otros campos de la economía circular. De hecho, Perrote detalla que “se basa en tres pilares fundamentales: reducir la captación de agua dulce en zonas de estrés hídrico, incrementar la circularidad de los residuos en nuestros centros industriales en Andalucía y enriquecer la biodiversidad en los proyectos renovables que desarrollemos”.
Hasta el momento, el proyecto de Moeve y Saint-Gobain Weber ha sido bien recibido, hasta el punto de ser distinguido por la CEOE como una buena práctica ambiental. “Nos ayuda a cumplir con dos de nuestros objetivos para el 2030: reducir en un 30% el consumo de materias primas vírgenes y reducir las emisiones de CO2 en un 20%”, enfatiza de nuevo Rullán, para después añadir que “la colaboración con Moeve nos permite reducir aproximadamente 775 toneladas de CO2 anuales y disminuir la huella de carbono de nuestros productos”.
Pero la construcción puede poner el foco en otros vectores, tal y como reconoce el experto. “Estamos siendo muy activos en cuanto a envases se refiere y contamos con un sistema de devolución y retorno de pallets que nos permite reutilizar el 72% de los que anualmente ponemos en el mercado”, precisa. En lo referente a los sacos de obra, Saint-Gobain Weber participa en la iniciativa Construction Goes Circular para la reutilización de sacos de papel Kraft.
Con estos y otros proyectos, la economía circular ha dejado de ser una tendencia para convertirse en un imperativo en la construcción. La Ley 7/2022 establece un marco que no solo promueve la sostenibilidad, sino que también trata de impulsar la rentabilidad del sector. Sin embargo, desafíos como la falta de valorizadores para materiales como el EPS o fibras de vidrio resaltan la necesidad de más esfuerzos, coordinación y alianzas para edificar un futuro más sostenible.
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