Jueves, 18 de enero de 2024
Tiras de la cadena, lavas los platos, limpias el coche. En todas esas actividades —y en tantas otras— el agua se encarga de hacer el trabajo sucio y luego desaparece. Lo que ocurre después con ella se queda oculto a nuestra vista, pero recuperarla es una parte fundamental para mantener el equilibrio en el uso del agua. Y en ese proceso las plantas podrían tener mucho que decir. Ellas pueden ser quienes se encarguen de recuperar de nuevo las aguas residuales.
Íñigo Elorduy, responsable de BioNova España, ya lo está haciendo. Usan una variedad de plantas autóctonas para crear un recorrido para el agua que lleva a recuperarla. Esto es, en vez de mandar las aguas residuales al pozo negro, la fosa séptica o el alcantarillado, se lanzan a un sistema natural con varias etapas que se encarga de filtrarlas y regenerarlas. «Las plantas van depurando el agua», apunta. No es tan sorprendente, en realidad, porque las plantas ya llevan haciendo estos procesos de forma natural desde siempre. Algunas son buenas para 'comerse' los metales, otras para los químicos y así con cada una de ellas.
Según la complejidad del sistema, el agua final será apta para diferentes usos, desde usarla en procesos de reforestación a mandarla de vuelta al ciclo del agua —y así a los acuíferos— hasta para el riego de cultivos destinados al consumo humano. No te la vas a poder beber directamente, cierto, pero tampoco ahora mismo se bebe el agua de los ríos sin hacerle antes un tratamiento con cloro. Y solo con el nivel más básico de depuración ya se logra una calidad de agua que permite verterla de vuelta al río sin estar con eso contaminándolo.
También están trabajando con plantas en sus investigaciones sobre el ciclo del agua en CETIM Centro Tecnológico en su proyecto NICE. «El objetivo sería tratar estos tipos de agua con soluciones basadas en la naturaleza», explica Cristina Martínez, responsable de área ECO BIO Tecnologías. No se trata de usar el mismo tipo de herramientas para todos los tipos de agua. Cada solución natural tiene su uso y su potencial, pero todas pueden cambiar cómo la gestión urbana de este recurso.
Por ejemplo, apunta la experta, las paredes verdes —esos jardines verticales que han empezado a aparecer en algunas ciudades— y los tejados verdes gestionan las aguas pluviales y permiten utilizarlas para otros usos en el edificio. Los jardines de lluvia, suma, logran evitar las escorrentías que generan las lluvias. Y otros sistemas ayudan en la regeneración de las aguas, como los humedales híbridos y los sistemas subterráneos, que es donde entran las residuales. La clave está en saber qué necesitas, qué calidad del agua final se gestionará y cómo las plantas pueden ayudar en esa zona. Supone «aplicar estos sistemas y mejorar el ciclo del agua para ir un paso más allá».
Porque, al final, todas estas plantas que se han sacado un puesto de ingenierías de plantas residuales no solo logran con ello 'limpiar' las aguas. Ofrecen un potencial valor añadido fundamental.
Estas son «soluciones verdes» que tienen un papel muy potente para mitigar los efectos del cambio climático, señala Martínez. En las ciudades, ayudan a reducir las inundaciones —uno de los efectos de la emergencia climática son las lluvias torrenciales—, algo para la herencia del urbanismo del siglo XX no las dejó muy preparadas. «Las ciudades están muy impermeabilizadas», apunta.
Además, pueden aportar un beneficio social. «Las soluciones basadas en la naturaleza tienen valor más allá de tratar el agua», suma. La ciudadanía no se encuentra con una planta de hormigón gris, sino con un jardín o un humedal, con una zona que es, al final, naturaleza. En un momento en el que se habla tanto de reverdecer las ciudades, este es un plus nada desdeñable.
Es un extra que importa también cuando estas soluciones se crean fuera de los entornos urbanos. De hecho, Elorduy destaca cómo al final lo que se está creando es un ecosistema acuático —«que son los que está pidiendo la Agenda 2030»—, con todo lo que eso conlleva. Cuando se hace un proceso más complejo de depuración de las aguas, estas acaban en un lago. «La naturaleza es super agradecida», asegura. «Yo nunca llevo libélulas ni ranas a ningún sitio. Aparecen solas», ejemplifica. No solo disfruta la fauna y la flora, también lo hacen las personas. De pronto, las aguas residuales se han convertido en un vergel que abre la puerta a nuevas experiencias.
Que este sea un momento en el que preocupa el estrés hídrico influye igualmente en el interés que despiertan unas herramientas verdes que cumplen ya por defecto con la filosofía de la economía circular. En los planes de inversión y en sus propuestas legales, Europa ya potencia este tipo de soluciones. «Estamos peleándonos por el uso de agua cuando podemos darle dos vueltas al agua que ya tenemos», reflexiona Elorduy.
Las plantas tienen sus limitaciones. Martínez recuerda cuestiones de espacio —necesitas que el agua haga un recorrido para recuperarse y esas plantas necesitan espacio para trabajar—. Elorduy suma que el proceso requiere tiempo. Hay que darle margen a las plantas para que hagan sus tareas. Y, por supuesto, está la cuestión de la cantidad de aguas que necesitas renovar. Las que genera una megametrópolis sería difícil depurarlas al completo con uno de estos sistemas.
Pero eso no quita que tengan potenciales usos y que estos sean atractivos. Martínez concede que habrá que hacer un «cambio de mentalidad», pero señala el interés por estas herramientas ya está ahí. Los usos prácticos ya existen. La experta apunta el caso de una bodega gallega, que necesitaba filtrar el agua residual que generaba el proceso de hacer el vino antes de lanzarla de nuevo al río. Un sistema basado en la naturaleza recuperar eso. Elorduy ya las ha instalado a nivel privado en viviendas unifamiliares —«muy fácil», asegura, lograr gestionar esas cantidades de agua— y en negocios rurales. En un hotel rural en Galicia acaban de crear uno de estos recorridos y en una finca de agricultura ecológica en Toledo se usa toda el agua de la finca nuevamente gracias a estos sistemas.
El proyecto NICE ha trabajado ya los prototipos de laboratorio y ahora se va a lanzar a los pilotos en diferentes localidades. Están repartidas por España, a las que se suman algunas ubicaciones en Europa, en Egipto y en Colombia, y tienen problemáticas, tamaños y contextos diversos, lo que es fundamental a la hora de probar una herramienta de nuevo cuño. Así, trabajarán en Madrid, Terrassa, Vigo o Algeciras, entre otras, creando jardines de lluvia, humedales para tratar aguas residuales o tejados verdes.
Volviendo de forma más general a la depuración de aguas por plantas, tiene mucho potencial para crear depuradoras de aguas residuales en zonas de baja población o dispersa, aquellas en las que el coste de una depuradora de aguas tradicional resulta ahora muy elevado. Los sistemas que usan plantas tienen un consumo de energía mínimo y pueden gestionar hasta aguas fecales. En países como Alemania o Austria, indica Elorduy, se hace desde hace años. En la bahía de Tokio, suma, son las plantas las que mantienen el agua limpia.
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