Viernes, 17 de junio de 2022
Las petroleras de origen nórdico son un ejemplo de saber leer la situación, con una clara apuesta por reducir con el impacto medioambiental que supone la extracción de los combustibles fósiles y por su conversión a las energías renovables. Una visión que vira hacia otras fuentes de energía como los biocombustibles, el hidrógeno, el almacenamiento de electricidad o la energía solar y eólica. En esta década asistiremos a un cambio radical en los planteamientos del sector, un recorrido que algunas empresas como la danesa Ørsted o la finlandesa Neste llevan años transitando.
Y es que tanto la danesa como la finlandesa son ejemplo de esa reconversión, pasando de ser de las empresas más intensivas en carbono a figurar entre las más sostenibles en el mundo en tan solo 10 años. De hecho, según el Corporate Knights Global 100 Index sobre empresas más sostenibles, figuran en segunda y cuarta posición, respectivamente. Se trata, en definitiva, de dos casos de éxito que demuestran que el cambio, además de necesario e inevitable, es posible.
Ørsted, mucho más que un cambio de nombre
El viaje sostenible de Ørsted —anteriormente Danish Oil and Natural Gas (Dong)— comenzó en 2008, cuando se embarcó en una transformación hacia las energías renovables. Para ello, aumentaron las inversiones en parques eólicos marinos y comenzaron a utilizar biomasa sostenible como combustible en las centrales eléctricas de carbón.
En 2017 la petrolera danesa comenzó a desinvertir en el negocio de petróleo y gas, y en 2018 dio un paso al frente bajo la nueva denominación de Ørsted. Nombre elegido en honor al científico Hans Christian Ørsted, que descubrió el electromagnetismo en 1820.
Mads Nipper, consejero delegado de Ørsted, define de forma clara la mentalidad de la compañía: “Aspiramos a ser uno de los verdaderos catalizadores del cambio sistémico hacia una sociedad más verde”.
Actualmente la compañía es líder mundial en energía eólica marina y suministran energía verde a más de 15 millones de personas, aunque su objetivo es incrementar esa cifra a 30 millones para 2025. A esto hay que sumar que desde 2006 han reducido el consumo de carbón de sus centrales eléctricas en un 73%, y dejarán de usarlo en 2023. En su lugar, utilizan astillas de madera y pellets de origen sostenible.
Entre los grandes proyectos del grupo danés destaca la construcción de la primera isla energética del mundo en el Mar del Norte. Con la aprobación ya del Gobierno de Dinamarca y un coste estimado de 210.000 millones de coronas danesas (28.231 millones de euros), se espera que tenga una capacidad de producción de 3 gigavatios, una superficie de 120.000 kilómetros cuadrados —el equivalente a 18 campos de fútbol— y que pueda cubrir el consumo de tres millones de hogares.
Los esfuerzos de la energética se vieron reconocidos en 2019, cuando fue galardonada en la edición XII de los Premios de la Fundación príncipe Alberto de Mónaco, en la categoría de Energías Renovables.
Neste, líder en diésel renovable
La compañía finlandesa Neste es otro ejemplo de este cambio de rumbo y estrategia de las compañías petroleras noreuropeas. Fundada en 1948, nació con el objetivo de asegurar el suministro de petróleo de Finlandia, desde entonces ha pasado por diferentes etapas, con un crecimiento continuado.
En 2015 la dirección de la compañía se propuso convertir a Neste en el principal productor mundial de diésel renovable, por medio de su tecnología patentada NEXBTL, consistente en transformar las grasas en moléculas que podrían reemplazar las materias primas fósiles en la producción de combustible.
Además de su refinería de Porvoo, su nueva estrategia llevó a la compañía a construir nuevas plantas de producción de productos renovables en Singapur y Rotterdam. De esta manera, la finlandesa alcanzó su objetivo de ser el mayor productor mundial de diésel renovable.
¿Su siguiente meta? Ser líderes en soluciones circulares y renovables. Bajo el lema "Más rápido, más audaz y juntos", en clara alusión a la lucha contra el cambio climático, la marca finlandesa apuesta por la energía verde y su objetivo es seguir abriendo nuevos mercados finales en el transporte por carretera renovable, la aviación y en las industrias de polímeros y química.
Un ejemplo de ello, explica la empresa, es que su carburante sostenible permite reducir hasta en un 80% las emisiones de gases de efecto invernadero respecto al queroseno, según un estudio que la empresa ha elaborado en colaboración con Airbus, el fabricante de los reactores Rolls Royce y el centro alemán de investigación DLR. Las compañías colaboran en el primer estudio en el mundo para evaluar las emisiones y el funcionamiento de un avión de línea impulsado únicamente con el llamado carburante sostenible de aviación (SAF), obtenido con el reciclaje de aceite de fritura.
Cepsa, la energía del cambiar
Aunque Ørsted y Neste son alumnos aventajados, a día de hoy la mayoría de las grandes petroleras europeas han dado un giro verde a su actividad, ampliando las fuentes renovables dentro de su mix de producción. Un ejemplo es Cepsa, que acaba de presentar su plan estratégico 2030, con el que aspira a convertirse en un referente de la transición energética. La compañía con sede en España se ha marcado una ambiciosa ruta para la reducción de emisiones de CO2 en un 55% en los próximos ocho años (alcance 1 y 2) y entre un 15% y un 20% para las emisiones de alcance 3, que la sitúa como una compañía referente de su sector. Además, ha marcado una apuesta decidida por energías renovables como el hidrógeno y los biocombustibles. Su amplia experiencia permitirán a la compañía liderar la producción de biocombustibles de segunda generación en España y Portugal, con una producción de 2,5 millones de toneladas al año en 2030, fomentando así la economía circular. En este ámbito, Cepsa se convertirá en un proveedor líder de combustible sostenible para la aviación (SAF), con una producción anual de 800.000 de toneladas.
De cara a 2030, y con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la gestión bajo criterios ESG (siglas en inglés de “ambientales, sociales y de gobierno corporativo”) como brújula, las compañías energéticas tienen clara la necesidad de acelerar la transición energética para construir un nuevo futuro donde la sostenibilidad esté en el centro de su actividad.
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