Jueves, 29 de febrero de 2024
De las abejas silvestres y otros insectos depende la polinización del 90% de las plantas con flores, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Según dicho informe, este tipo de abejas son las que tienen más peligro de desaparecer. ¿Cuáles son los motivos y cómo afectaría esa posible extinción a los ecosistemas?
Los motivos de desaparición de las abejas están todos relacionados con la actividad humana. Los pesticidas, la modificación de los paisajes, la agricultura extensiva, la urbanización, la aparición, con la globalización, de especies exóticas invasoras que compiten con las autóctonas y, sobre todo, el cambio climático. Y cualquier cambio, por mínimo que sea, en un ecosistema, va a provocar alteraciones que pueden modificar claramente lo que conocemos. ¿A dónde se puede llegar? No lo sabemos, pero la tendencia a la desaparición de las abejas es preocupante y, si no queremos enfrentar las consecuencias, tenemos que poner medios.
¿Afectaría a nuestra alimentación la desaparición de las abejas?
Por supuesto. El 90% de la polinización de la vegetación depende de los polinizadores, de los que las abejas son el exponente máximo. Pero no solo es la polinización de vegetales, sino todo lo que va asociado con ella. La alimentación depende en gran medida, también, del cultivo de vegetales, con lo cual la alimentación humana se vería completamente modificada si desapareciera el proceso polinizador de las abejas o de otros animales polinizadores. Tendríamos que acostumbrarnos a otro régimen alimenticio. ¿Alimentación sintética? Esperemos que no. Para no tener que descubrirlo es necesario procurar que las abejas y el resto de polinizadores no desaparezcan.
Por otra parte, las abejas melíferas, las que producen la miel, también están en serio peligro. ¿Sería su desaparición igual de perjudicial o solo afectaría a la producción de dicho alimento?
La desaparición de la abeja de la miel afectaría, principalmente, a la pérdida de los productos que se derivan de ella: la miel, el polen y otros recursos. Su desaparición no está tan clara en estos momentos. De hecho, la cabaña apícola española no está siquiera en declive, sino que en algunos casos se nota en aumento. La desaparición no se prevé a corto ni medio plazo.
¿Qué diferencias existen entre las abejas melíferas y las silvestres?
La principal diferencia es el número de especies. De abeja melífera, en España solo tenemos una especie. Por el contrario, hay unas 1.200 especies de abejas silvestres. Asimismo, la abeja de la miel es una abeja social, que construye colmenas, colonias en las que colaboran para la producción de sus recursos, mientras que las silvestres no colaboran entre ellas y cumplen su ciclo vital de manera independiente, individual, aislada. También tienen un comportamiento polinizador diferente. Muchas abejas silvestres están centradas en la polinización exclusiva de determinadas plantas, mientras que la de la miel es una abeja muy generalista que visita cualquier tipo de planta con flor. Quizás este sea el motivo por el que a las melíferas las llevamos siglos utilizando como recurso humano, mientras que las posibilidades que ofrecen, en este ámbito, las abejas silvestres estamos comenzando a conocerlas.
¿A qué otros insectos y agentes polinizadores debemos prestar atención para mantener el equilibrio de los ecosistemas?
El equilibrio de los ecosistemas depende de todos los grupos de organismos, independientemente de si son microbiológicos, animales o vegetales. El equilibrio depende de todo el conjunto. En cuanto a la polinización sí es cierto que las abejas son el agente polinizador mayoritario, el más importante, pero no hay que dejar de lado otros grupos de animales como pueden ser las moscas, las mariposas, los escarabajos, las avispas e incluso animales quizás menos conocidos en esa función polinizadora, como los pequeños reptiles, los murciélagos, los colibríes y otras pequeñas aves. Al final, el concurso de todos ellos es el que mantiene el equilibrio en los ecosistemas.
Es evidente que un porcentaje cada vez mayor de la población se preocupa por el cuidado del medio ambiente. Esto implica comprender la naturaleza como un todo, y no ceñirse a problemas ambientales o ecosistémicos concretos, como el del peligro que corren las abejas. ¿Considera esto un avance que puede ayudar a combatir los riesgos que amenazan a estos insectos?
Por supuesto. La globalización debemos entenderla desde todos los puntos de vista. Y entender a los polinizadores no es más que un pequeño paso en el conocimiento de la naturaleza en general, del funcionamiento de los ecosistemas, de cómo los diferentes organismos interactúan entre ellos para que todo se encuentre en equilibrio, y comprender que cualquier modificación, por mínima que sea, va a provocar la alteración del equilibrio ecosistémico.
El año pasado, “Salvemos a las abejas y a los agricultores”, una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) que solicitaba una agricultura respetuosa con las abejas para lograr un medio ambiente sano, reunió un millón de firmas y fue reconocida por la Comisión Europea, que pidió al Parlamento y al Consejo Europeo la toma de medidas en esta dirección. ¿Ha tenido reflejo legislativo en Europa dicha Iniciativa?
Esta iniciativa ciudadana se presentó en abril de 2023, hace casi un año, y sí ha tenido repercusiones administrativas. Ya antes de presentarse, la Unión Europea estaba considerando la necesidad de reglamentar el conocimiento de los polinizadores, de la biodiversidad. Y existen proyectos europeos centrados en la investigación a este respecto. Las iniciativas ciudadanas tienen ese consenso popular que necesitan nuestros administradores para verse reforzados. Esta iniciativa busca la eliminación de los pesticidas, la recuperación de un manejo más o menos adecuado de la agricultura y la ayuda a los agricultores para que su actividad sea no solo sostenible, sino también rentable. Y ha conseguido que se comience a reglamentar el uso de pesticidas y que se potencie el conocimiento de la biodiversidad. Todo ello amparado en el apoyo de más de un millón de ciudadanos europeos, movidos por organizaciones no gubernamentales.
Más allá de normativas que ayuden a la continuidad de esta especie de insectos tan valiosa, ¿qué podemos hacer desde la ciudadanía y las instituciones para asegurar su permanencia?
Las instituciones tienen que reglamentar y legislar. Conocemos las causas del declive de los polinizadores, del declive de las abejas, y para combatirlo hace falta la interrelación de administraciones diferentes. Después, más allá de las leyes que emanen de Administraciones nacionales e internacionales, la ciudadanía tiene que concienciarse de la necesidad de conocer a los insectos polinizadores como a cualquier otro conjunto de organismos. Cuanto más sepamos, más concienciados estaremos para evitar la desaparición de especies y lograr un equilibrio en la naturaleza óptimo para la convivencia de todos los seres que habitamos este planeta.
¿Qué acciones e iniciativas hay ya en marcha para evitar que la población de estos insectos disminuya? ¿Están dando resultados?
Actualmente hay varios proyectos internacionales de investigación. Es el primer paso que hay que dar para seguir avanzando. Proyectos internacionales centrados en el conocimiento de la biodiversidad de los polinizadores que, dependiendo de los entornos y países en los que se aplican, dan más o menos resultados, pero en todo caso son positivos. Por supuesto, estas acciones implican la necesidad de que la ciudadanía colabore, que se implique y tome conciencia no solo de la necesidad que tenemos del conocimiento, sino de la importancia de que ellos mismos ayuden a generar ese conocimiento. Los primeros pasos están dados. Solamente hay que continuar adelante.
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