Martes, 3 de diciembre de 2024
Todos los años, los fabricantes de teléfonos móviles sorprenden con nuevos modelos, pero detrás de cada nuevo lanzamiento surge una pregunta: ¿qué sucede con los dispositivos que ya no están en el mercado, pero siguen formando parte de nuestro día a día? Se trata de un desafío tecnológico y, a la vez, de un problema ambiental que está cobrando una relevancia global.
Es un tema que preocupa tanto a empresas como a reguladores. En línea con la Agenda 2030, la Comisión Europea impulsa normas para hacer los smartphones más duraderos, energéticamente eficientes y fáciles de reparar. Con este fin, las empresas están adoptando prácticas sostenibles. El nuevo iPhone es un buen ejemplo: su batería contiene un 95% de litio reciclado y su carcasa está hecha con aluminio reutilizado. Este tipo de prácticas reducen la extracción de nuevos recursos y apuestan por la economía circular, donde cada dispositivo tiene una vida útil más larga y un menor impacto en el medio ambiente.
Apple no es la única empresa que trabaja en esta dirección. Samsung ha lanzado el programa Entrega y Estrena para ofrecer a los usuarios descuentos cuando entreguen sus dispositivos antiguos para reciclaje. Esto fomenta la reutilización de materiales y permite recuperar componentes valiosos, como metales y elementos electrónicos, reduciendo la demanda de nuevos recursos. Según el informe Energy Technology Perspectives de la Agencia Internacional de Energía, si este tipo de iniciativasse adoptan masivamente, la necesidad de extraer materiales podría reducirse en un 25% para 2030.
La urgencia no es solo ambiental, sino también práctica. El informe Global E-waste Monitor de la Universidad de las Naciones Unidas revela que en 2021 se generaron 57 millones de toneladas de residuos electrónicos, y aunque el reciclaje de componentes como el litio y el cobalto está creciendo, aún existen barreras logísticas y tecnológicas.
Aquí es donde la economía circular juega un papel clave: se trata de reciclar, pero también de cambiar nuestra relación con los dispositivos. La empresa europea Fairphone se ha especializado en fabricar teléfonos modulares, que permiten reemplazar partes como la batería o la cámara para prolongar la vida útil del dispositivo.
Las compañías están trabajando en mejorar la eficiencia de sus dispositivos para que, al consumir menos energía, también generen una menor huella de carbono. Samsung, por ejemplo, está investigando para crear baterías más eficientes que mantengan un alto rendimiento sin aumentar el consumo de energía.
Con estos pasos, nos acercamos a un modelo donde los smartphones no sean simplemente gadgets desechables, sino herramientas con múltiples vidas y un menor impacto en el planeta. Porque el verdadero avance en tecnología no está solo en la innovación, sino en el compromiso de hacerla sostenible.
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