Jueves, 11 de abril de 2024
España es uno de los países con mayor estrés hídrico de Europa. Sin embargo, más allá de las sequías periódicas o de los efectos del cambio climático, la mejor arma para combatirlo es la investigación. Solo aplicando la mirada científica sobre la molécula constituida por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno se podrán tomar las mejores decisiones. Ese es el objetivo del instituto IMDEA Agua y de su directora, Irene de Bustamante.
¿Cómo puede solucionar España su problema con el agua?
Hay que actuar en diferentes frentes y tomar numerosas decisiones. Sin embargo, a grandes rasgos y resumiendo mucho, nuestro país debería apostar por dos tecnologías maduras: la desalación y la reutilización. Respecto a esta última, en España ya tenemos legislación sobre regeneración de agua, pero su uso no está permitido aún para consumo humano.
¿Existe concienciación sobre lo grave de la situación?
La concienciación difiere por sectores y ubicación geográfica. Por ejemplo, algunas industrias, especialmente aquellas que demandan grandes cantidades de agua, sí están concienciadas porque tienen como referencia su coste. Por el contrario, la ciudadanía en general suele ser menos consciente. Continúa siendo necesario formar y divulgar el buen uso y apostar por la reducción del consumo. Estamos acostumbrados a abrir el grifo y que salga agua, pero podría suceder que en el futuro esto ya no sea así.
¿Qué es IMDEA Agua y cuál es su función?
Es un instituto de investigación fundado a iniciativa de la Comunidad de Madrid que tiene como fin la realización de estudios relevantes en todos los aspectos relacionados con el agua, con el propósito de contribuir a la sostenibilidad hídrica del planeta.
¿A qué se refiere exactamente con investigaciones relevantes?
Tenemos implantado un proceso de vigilancia estratégica, con el fin de detectar los temas prioritarios, tanto en aspectos científico-tecnológicos, como económicos, sociales o legales. Solo así podremos anticiparnos a las necesidades que se demandarán en el futuro. Aunque, en ocasiones, también trabajamos bajo demanda para cualquier empresa que necesite resolver un problema específico.
Menciona aspectos que van más allá de las ciencias clásicas…
Sí, porque nuestra forma de trabajar abarca la gestión sostenible de las masas de agua; la calidad y la contaminación; el tratamiento y la reutilización del agua; y, finalmente, todo lo relacionado con el análisis económico e institucional. Nuestros grupos de investigación están conformados con personal de diferentes especialidades para abordar los proyectos de forma holística dando soluciones a los problemas que demanda la sociedad.
¿Puede darnos algún ejemplo?
En estos momentos tenemos activos 19 proyectos. Uno de ellos evalúa el impacto del cambio climático en la entrada de sustancias químicas procedentes de la agricultura y los entornos urbanos para identificar estrategias de adaptación y mitigación. Otro, por ejemplo, trata de determinar el riesgo para la salud asociado a los contaminantes de preocupación emergente.
¿Qué es eso de contaminante de preocupación emergente?
Es el término que utilizamos para referirnos a determinados compuestos identificados en las aguas a partir de niveles de concentración muy bajos. Pueden ser fármacos, plaguicidas, detergentes, cosméticos, materiales plásticos, etc.
Los microplásticos son una de las cuestiones que despiertan preocupación social, ¿investigan al respecto?
Claro. Tenemos en marcha varias investigaciones en esa dirección. Mientras una de ellas evalúa el uso, el destino medioambiental y los riesgos de los plásticos y los microplásticos en la agricultura europea, otro de los estudios se centra en la interacción entre micronanoplásticos, bacterias y genes resistentes a antibióticos. Son solo dos ejemplos de los diferentes proyectos que tenemos en esta línea.
¿Qué otras líneas de investigación tiene IMDEA Agua?
Investigamos en materia de reutilización del agua, vigilando especialmente la evolución de la industria hacia los objetivos de cero emisiones, pero también estamos centrados en cómo se puede utilizar el agua residual en la industria cervecera para la generación de compuestos de alto valor añadido. Al mismo tiempo, estudiamos cómo reducir el agua por riego en la agricultura o cómo usar biofiltros electroactivos para tratar aguas contaminadas.
Mencionó antes que también se centran en aspectos económicos, sociales o legales.
Sí, ejemplo de ello son nuestros trabajos de apoyo a la estrategia común de implementación de la Directiva marco del agua para el programa de trabajo 2021-2024 de la Unión Europea, la actualización de planes hidrológicos en las cuencas de Bulgaria, o nuestro asesoramiento a la Comisión Europea en el programa El agua para el pacto verde: aplicación y desarrollo de las políticas marinas y de agua de la UE.
Antes de IMDEA, ¿usted ya investigaba aspectos relacionados con el agua?
Sí, desde hace más de 30 años. En 1990 participé en una investigación para la Confederación Hidrográfica del Guadiana que tuvo relevancia: el Estudio de microcontaminantes orgánicos del acuífero 23. Por cierto, estos microcontaminantes orgánicos son los mismos que ahora denominamos contaminantes de preocupación emergente. También tuvo bastante repercusión otro estudio de 1992 relacionado con las aguas subterráneas en la Comunidad de Madrid. Posteriormente he codirigido varias tesis doctorales relacionadas con esta problemática.
¿Siempre le interesó?
Especialmente desde el tramo final de mis estudios en la licenciatura de Geología. En el quinto curso me centré mucho en las asignaturas de Hidrología superficial e Hidrogeología y decidí explorar ese mundo realizando mis tesis sobre esas cuestiones. Aunque luego fui ampliando la mirada porque el agua es transversal a todas las actividades humanas y se encuentra en todo el planeta. Es imposible aburrirse estudiante el líquido elemento.
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