Miércoles, 8 de junio de 2022
En un salón del este de la ciudad, Fry Taylor, uno de los fundadores de la organización Green Salon, se dispone a demostrar cómo utilizar el pelo cortado para fabricar filtros anticontaminación. Vierte agua en un depósito y añade aceite de motor. Luego rellena una larga red de algodón con cabellos, que desliza después sobre la superficie del agua contaminada. Unos segundos después, esta vuelve a estar limpia. “El pelo absorbe naturalmente el aceite y lo retiene”, explica.
Según los expertos, un kilo de cabello absorbe hasta ocho litros de petróleo. La idea de emplear el pelo como filtro para limpiar la contaminación procede de Estados Unidos y se ha probado en todo el mundo para recoger los hidrocarburos en el mar, como en el caso de la marea negra provocada por el hundimiento de un petrolero japonés frente a la isla Mauricio en julio de 2020.
Residuos equivalentes a 50 estadios de fútbol
Cuando se formó este colectivo el verano pasado, el Reino Unido estaba muy atrasado en materia de reciclaje, explica Fry: “Aquí no existe la infraestructura para reciclar estos residuos”, afirma. Pero “no vamos a esperar cinco o diez años a que los Gobiernos pongan en marcha estos sistemas, vamos a hacerlo nosotros mismos”.
Según Green Salon, los residuos producidos por el sector de la peluquería en el país pueden llenar 50 estadios de fútbol al año. La mayor parte de ellos, incluidos el papel de aluminio, los tubos de tinte y el 99% del cabello cortado, se envía a los vertederos. Otro gran problema son los residuos químicos como los tintes, los blanqueadores y las soluciones de alisado.”En la actualidad, unos 30.000 salones y 100.000 peluqueros independientes están vertiendo cantidades ingentes de peróxido de hidrógeno, amoníaco y otros productos por el desagüe”, afirma Fry. El colectivo anima a los salones a recoger estos productos, que se envían después a una central eléctrica para producir energía.
En su peluquería de Spitalfields, un barrio de moda de Londres, Adam Reed explica con orgullo su sistema de reciclaje a una clienta. Este peluquero de renombre internacional asegura que quedó “impresionado” por lo que le enseñó el Green Salon Collective. “Gracias a ellos, me di cuenta de que la sostenibilidad era algo que faltaba en la peluquería y que es fácil de integrar en nuestras operaciones diarias”, reconoce.
“Es muy sencillo, tenemos diferentes contenedores, todos etiquetados”, explica. El pelo, los equipos de protección, los metales, el papel y los plásticos tienen cada uno el suyo. El salón también recicla los tintes sobrantes. Reed cobra un ‘impuesto verde’, de una o dos libras, a sus clientes y afirma que la respuesta de estos es “muy positiva”. Los salones pagan 120 libras (165 dólares, 140 euros) para entrar en el colectivo.
El cabello como compostaje
Otro uso ecológico del cabello es el compostaje. El pelo es rico en nitrógeno, por lo que es un complemento ideal para el abono. Ryan Crawford, propietario de un salón en Milton Keynes, 80 km al norte de Londres, y miembro del colectivo, experimenta con las verduras en su jardín.
En un día soleado, muestra dos brotes jóvenes de col: uno, rodeado de pelo, está intacto y el otro, plantado sin pelo, está carcomido. “El cabello forma una barrera protectora alrededor de la base de los brotes, manteniendo a raya a babosas y caracoles”, explica Ryan, que también coloca pelo directamente en el suelo para retener la humedad. Es “un superalimento para la tierra”, asegura.
En un año, 600 salones del Reino Unido e Irlanda se unieron al colectivo, que recogió unos 500 kilos de pelo. Se han utilizado para limpiar un vertido de petróleo en Irlanda del Norte en mayo y para las vías fluviales y el compostaje. Green Salon también recogió 3,5 toneladas de metal, que actualmente se está reciclando. Ahora espera exportar el modelo a gran escala a otros países europeos.
Fuente: Colpisa
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