Martes, 21 de febrero de 2023
Las algas son un alimento, una importante fuente de proteína base para la industria alimentaria y hasta un material válido para la bioconstrucción. En su potencial como recurso natural se fijaron hace años un grupo de investigadores y miembros de la industria de las algas marinas de Países Bajos, representados y dirigidos por la organización sin ánimo de lucro North Sea Farmers. Ahora, pasada casi una década, proyectan abrir a finales de año la primera granja de algas a escala comercial ubicada entre turbinas eólicas del mundo, con las que, además, capturarán decenas de toneladas de emisiones de C02 de la atmósfera.
El proyecto denominado North Sea Farm 1, ha obtenido el apoyo financiero de Amazon, que destinará 1,5 millones de euros para la construcción de estos cultivos marinos, una acción que forma parte de su programa Right Now Climate Fund, para el impulso de empresas con ideas innovadoras para la transformación verde de la economía.
Además de esta aportación privada, el proyecto cuenta con el apoyo de la Unión Europea, que ha seleccionado el proyecto como beneficiario del Fondo de Innovación.
La instalación proyectada ocuparía los espacios que quedan entre los parques eólicos marinos ubicados frente a la costa de Países Bajos, aprovechando estas infraestructuras para conectar redes bajo el mar, sobre las que crecerían las algas. En una primera fase, y con la aportación de Amazon, se construirá una granja de unas 10 hectáreas con capacidad para producir seis toneladas de algas frescas en su primer año de andadura.
¿Cuál es su potencial real para limpiar el aire?
Durante este tiempo, el proyecto tendrá aspiraciones más allá de las comerciales. Las inversiones también cubrirán la investigación entorno a la capacidad que tienen estos organismos marinos para secuestrar C02 de la atmósfera durante su crecimiento.
«Si la superficie de cultivo de algas se extendiera por todo el Mar del Norte, y ocupase el millón de hectáreas de espacio disponible que existe en los parques eólicos, se podrían eliminar potencialmente millones de toneladas de CO2 de la atmósfera al año de aquí a 2040», aseguran los promotores del proyecto.
La capacidad de las algas para capturar este gas de efecto invernadero de la atmósfera es de sobra conocido por el mundo de la ciencia. En España hay proyectos como el de la empresa andaluza AlgaEnergy, cuya planta de microalgas para la producción de biomasa ubicada en Arcos de la Frontera (Cádiz) ha demostrado capturar unas 200 toneladas anuales de CO2. Se necesitaría una treintena de hectáreas pobladas con unos 26.000 árboles para fijar la misma cantidad.
El consorcio holandés consciente de la dificultad para extender en alta mar el cultivo de este producto, lo que pretende también es demostrar el potencial que tendría aprovechar esos espacios que quedan entre las turbinas de los parques eólicos marinos proyectados frente a las costas del país.
Por otro lado, los científicos e investigadores implicados en el citado consorcio podrán analizar con este primer modelo las consecuencias del cultivo a gran escala de las algas. Esperan, aseguran desde Amazon, que las conclusiones de estos estudios contribuyan a desarrollar la industria.
En la actualidad, su cultivo es a muy pequeña escala en Europa, pero los agentes implicados en este nicho sostienen que la versatilidad de este producto merece su aprovechamiento en más ámbitos.
La moda, la fabricación de envases biodegradables que sustituyan al plástico, la propia alimentación y la industria de los nuevos materiales sostenibles para la construcción son algunos de los ámbitos en los que pueden tener un mayor recorrido.
Nuevos materiales
Los emprendedores de Blueblock son un ejemplo de estas posibilidades que tienen los nuevos materiales basados en algas. Ellos desarrollan unos tableros de fibra hechos de algas marinas marrones, 100% natural, compostable y libre de químicos que se puede utilizar como material de construcción, para productos de diseño de interiores y paneles de pared acústicos, como alternativa más natural a placas de yeso, acabado de paredes o incluso para decoración.
La diseñadora industrial que está tras esta empresa, Marjanne Cuypers, comenzó a investigar con los residuos que dejan las algas tras ser tratadas para la obtención de proteína por parte de la industria alimentaria. «Las algas son útiles para fabricar materiales muy resistentes, sin añadir resinas ni colas intensas», explica. Así, «no solo minimizará las emisiones, sino que dará un paso más y eliminará el CO2 existente en la atmósfera».
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