Martes, 8 de agosto de 2023
Con el verano asentado e iniciada una nueva temporada de playa, es un momento para pararse en la orilla del mar y fijarse en cómo están las aguas. Posiblemente, a primera vista, parecerá que no hay nada y, sin embargo, nada más lejos de la realidad. Los océanos se enfrentan a un serio problema por el exceso de microplásticos y, que no seamos capaces de verlos a simple vista, no quiere decir que no estén ahí. Un grupo de científicos y de surfers trabajan ahora de forma conjunta para hacerlos visibles en Surfing For Science.
«Empezamos en 2018 con un trabajo de fin de grado», señala Oriol Uviedo, de la Universidad de Barcelona y coordinador del proyecto Surfing For Science. Elsa Camins desarrolló una red «fácil de usar y barata» que permitía recoger muestras en el agua del mar en las zonas en las que los buques que habitualmente lo hacen no se adentran.
Así, tenían la tecnología para poder medir qué ocurre en las playas y acceder a una información que se escapa cuando se mide qué pasa en las aguas marinas. Los grandes barcos no solo no pueden estar haciendo batidas para recoger muestras de forma constante, sino que tampoco pueden adentrarse en las aguas más cercanas a la propia costa, esas que los bañistas conocen de primera mano.
Pero teniendo la red se abren nuevas oportunidades: sumar a los surfers añade a los muy necesarios operarios que se encargarán de recopilar esas muestras de agua marina. Para estos deportistas marinos, la calidad del agua es un dato importante, porque, como recuerda María Ballesteros, responsable de Educación y Voluntariado en Surfrider España, «solo sabemos cómo está en la época de verano». Es el único momento en el que se mide, a pesar de que, en realidad, hay bañistas —como los propios deportistas— durante todo el año.
De hecho, Surfrider España empezó en esta cuestión por una encuesta interna que realizaron en Barcelona: se preguntaron qué querían saber y descubrieron que lo que más les interesaba era comprender más sobre la contaminación de las aguas. Y, así, surfers por un lado —como señala Ballesteros, son muchas las personas que se suman a este voluntariado— e investigadores por otro acabaron uniéndose en este proyecto.
Surfeando para entender los océanos
«No buscamos limpiar el mar, sino estudiar qué plástico hay en él», indica Uviedo. Es decir, los voluntarios no son una batida de limpieza que se adentra en el agua para recoger desperdicios, sino una avanzadilla que permite comprender qué es lo que se oculta sin que lo veamos en las aguas marinas.
Usando las redes, que despliegan peinando una milla náutica en el agua —es como un kilómetro y medio y Ballesteros apunta que lo hacen, más o menos, a la altura en la que en verano se sitúan las boyas que marcan las zonas de baño—, recuperan una muestra de agua. Los voluntarios las toman cada 15 días en unos puntos previamente acordados. Recibirlas cada dos semanas da a los investigadores, como apunta Uviedo, una alta resolución temporal. Pueden hacer un seguimiento muy constante de qué está ocurriendo en la costa.
Hasta ahora los voluntarios recogían muestras solo en las aguas catalanas, pero desde ahora también lo harán en puntos del País Vasco. Tanto Uviedo como Ballesteros reconocen los beneficios que reportaría expandir los puntos de recopilado de datos, porque permitiría comparar diferentes mares e incluso distintos puntos geográficos dentro del mismo. Esto es algo que, eso sí, solo podrán hacer cuando tengan acceso a fondos para sostenerlo.
Los surfers recolectan, pero después las muestras pasan a un laboratorio, donde un equipo de investigadores —Anna Sánchez es la investigadora principal— los usan para entender qué está ocurriendo en los mares.
Muchos microplásticos
¿Qué han descubierto los investigadores gracias a estas muestras? «Esperábamos cifras altas de microplásticos, pero las hemos visto más altas», explica Uviedo. Los datos demuestran que hay variabilidad a lo largo de la costa, aunque también una importante concentración de microplásticos en las aguas de baño del Mediterráneo analizadas. Barcelona, por ejemplo, muestras datos muy elevados. En algunos puntos han llegado a encontrar cantidades similares a las de los giros de mar, esos agujeros negros de la contaminación marítima. El mal tiempo o los efectos de un espigón en una de las playas impactan igualmente en algunas de las mediciones, haciendo que las cantidades sean más altas.
Por ahora, los datos del País Vasco aún están en el laboratorio. Sin embargo, contar con esa información ayudará a entender muchas cuestiones, como si el hecho de que el Cantábrico sea mar abierto frente al más cerrado Mediterráneo impacta o no en la concentración. Uviedo cree que se encontrarán con tipos de plásticos distintos, puesto que «los orígenes son diferentes». Las diferentes actividades que se producen en sus costas impactarán, casi seguro, en el tipo de materiales que llegan al agua.
Aunque sean diferentes, todos esos microplásticos serán un problema. Lo es «no solo por el hecho de que sea plástico que esté presente», indica Uviedo, que explica que lo es no solo porque sea «una partícula presente en el mar» —y que, por ejemplo, se la pueda comer un pez, lo que es también un serio problema— «sino también comportan problemas a nivel químico». «No solo es el hecho de que sea una partícula de plástico ahí puesta, sino todo lo que comporta esa partícula», apunta. Los plásticos, señala, contienen aditivos que son liberados en el mar y que afectan a los organismos que están en las aguas —los animales, pero también los propios seres humanos— o también funcionan como «reservorios de bacterias».
«Lo tenemos en la sangre, lo respiramos, está en los peces que comemos…», enumera Ballesteros. «Muchas veces en el agua vemos tipos de basuras en la playa, pero nos preocupa también saber lo que no vemos», añade.
Y, si se piensa que la cuestión del plástico ha ido en aumento a medida que han pasado los años, se comprende que la foto final es incluso más incierta. Como explica Uviedo, aunque se hayan puesto en marcha medidas para mitigar algunos impactos de estos materiales, «seguimos produciendo muchísimo plástico».¿Te ha parecido interesante?