Jueves, 4 de abril de 2024
En España, los centros educativos tienen una larga tradición en sostenibilidad, anterior incluso de que la emergencia climática o los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) estuvieran en boca de todos. Desde 2001, el programa del Ayuntamiento de Barcelona Escoles + Sostenibles ha concienciado al alumnado de 604 centros educativos. Solo en el curso 2023-2024 forman parte de él 381 centros, y sus actuaciones van desde mejorar el consumo de recursos en los centros a explotar la creatividad para denunciar el cambio climático con arte.
José María Martín es el profesor que ha liderado recientemente a alumnos de tercero de la ESO del Institut Escola Londres para auditar el uso de energía del edificio. Además, los estudiantes se han preguntado cómo gestionar la contaminación acústica y las temperaturas en una escuela que está en el centro de Barcelona y recibe mucho ruido si se abren las ventanas. Martín ha contado a Planet Energy cómo ha sentido “el entusiasmo y la ilusión” por aprender y la sorpresa de estos al comprobar, con un medidor de ruidos, las estridencias que los rodean.
Otros proyectos van más allá de la comunidad educativa e implican al barrio. En el Institut Joan Brossa, los alumnos del programa de formación e inserción de Ventas, Oficina y Atención al Público han desarrollado Retroba, una iniciativa para que no solo las familias, sino también los vecinos de la zona, lleven ropa de segunda mano al centro de una asociación de vecinos. A cambio, reciben guinars, una moneda que toma el nombre del barrio de El Guinardó en el que se encuentran y que se pueden intercambiar por otras prendas de ropa en el mismo sitio.
La iniciativa favorece la economía circular y el reciclaje de ropa, y también estrecha las relaciones entre los habitantes del barrio. Joana Bravo, tutora del programa de formación, ha explicado que la asociación los acogió “como algo suyo”. Por ejemplo, para algunos vecinos jubilados, ya es una rutina acercarse y charlar con los alumnos sobre cómo usaban y conservaban la ropa.
Entre otras iniciativas relacionadas con el medioambiente y la sostenibilidad está el Programa de Centres Ecoambientals de Baleares, que ha cumplido 20 ediciones este curso 2023-2024 y, además de las tradicionales temáticas medioambientales y de cambio climático, propone trabajar la contaminación acústica. Mientras tanto, la Diputación de Palencia tiene Escuelas para la sostenibilidad, que promueve las llamadas ecoauditorías escolares para que el alumnado monitorice y resuelva los problemas medioambientales del entorno del centro y así aprenda a tomar decisiones.
Premios, arquitectura y naturaleza en el cole
Tantas iniciativas para hacer más habitable el mundo tienen su recompensa. El Ministerio de Educación concedió en 2023 el Reconocimiento a centros educativos sostenibles a diez escuelas e institutos por su “impulso de una cultura de la sostenibilidad”, en palabras del organismo.
Entre ellos está el IES Prado de Santo Domingo, en Alcorcón (Madrid). Su director, Eugenio García, ha destacado las placas solares con las que se autoabastecen y la electrolinera que han instalado. Una recompensa a un trabajo de años que abarca desde concienciar sobre valores medioambientales y el cambio climático hasta labrar un huerto ecológico o instalar una compostera. El centro cuenta con un ciclo formativo de Eficiencia Energética, y García quiere que estos estudios se amplíen en el futuro.
Algunos alumnos de El Prado de Santo Domingo son delegados ecológicos. Mateo está en segundo de la ESO y ha dicho que para él es “un honor” serlo porque así aporta su “granito de arena” para que el instituto sea más sostenible y tenga un futuro más próspero. Se suelen reunir una vez al mes para proponer ideas, como por ejemplo poner más cubos de basura en la cafetería del centro para fomentar el reciclaje.
Al mismo tiempo, la concienciación ha salido de las aulas para instalarse en la estructura de los centros. Es el caso del Colegio Reggio, en Madrid, obra del arquitecto Andrés Jaque. Al acercarse a su imponente fachada parece que el edificio está a medio hacer, con el hormigón visto y un corcho proyectado que, como las tuberías de la calefacción descubiertas en el interior, permiten a los alumnos conocer materiales sin estar revestidos.
En una de las plantas, las aulas rodean un jardín central. Así, los jóvenes ven un ecosistema cambiante a lo largo del curso. Además, las macetas conviven en las clases con mesas, pizarras y unas papeleras para separar los residuos, las mismas que ocupan los pasillos.
La directora del centro, Eva Martín, ha relatado que cuentan con 17 jardineras dentro y fuera de la instalación pensadas para que lleguen insectos, pájaros y murciélagos, y así se generen ecosistemas con los que el alumnado conviva y aprenda. Ya los han ‘visitado’ mariposas, abejas, avispas e incluso las perdices y los conejos de la zona, en el norte de la ciudad. El objetivo es crear la sensación de que ha caído “un trocito” de selva o de campo en las instalaciones. Ahora, los objetivos son catalogar los insectos y plantas y, en las zonas de tierra cercanas al centro, reconstruir el ecosistema que existía antes del levantamiento del edificio. Martín ha calculado que hay, como mínimo, más de 60 especies de plantas y árboles. Para la directora, “los espacios cambian tu actitud ante la vida”.
Asimismo, la educación sobre sostenibilidad y ecología también se vive en las zonas rurales, tan próximas a la naturaleza. El colegio La Pradera se sitúa en Valsaín, una localidad segoviana de unos centenares de habitantes perteneciente a La Granja de San Ildefonso. Sus estanterías reciben galardones regionales y nacionales por sus programas medioambientales.
Dentro del centro, alumnos y profesores han diseñado un huerto escolar o han concienciado sobre tarteras reutilizables en el recreo; y fuera, han acudido al cercano parque nacional de la Sierra de Guadarrama para aprender a conservarlo. Los ODS también han sido fuente de inspiración para su concienciación.
Los profesores han tenido recomendaciones para aquellos centros que quieran trabajar la sostenibilidad. José María Martín los ha animado a que empiecen “poco a poco”, con un claustro “unido” al que se sumarán los alumnos, que son “los que más ilusión y motivación darán”, y a las familias. Joana Bravo ha coincidido en que tiene que haber una “implicación de bastantes profesores y de la comunidad completa”.
Porque, como ha resumido Eugenio García, “los alumnos tienen que ser la parte fundamental. Ellos son los que van a recibir esto y son, en el futuro, los ciudadanos que tienen que sacar adelante la sostenibilidad en nuestro planeta”.
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