Viernes, 10 de febrero de 2023
Su destino estaba trazado desde el origen. La familia de Paloma García López proviene de Béjar, localidad salmantina con larga tradición textil, pero la historia de su propia madre fue la principal inspiración para llegar a ser el referente de la lucha por la sostenibilidad en el sector de la moda: ella trabajaba como modista tradicional y tuvo que hacer frente y seguir ejerciendo su oficio cuando la masificación de la ropa de temporada (impuesta por las grandes cadenas transnacionales) irrumpió en el mercado.
Sin embargo, los primeros años de Paloma en el mundo profesional no fueron en confección, sino como periodista. Después de dos décadas en el sector, y tras ser despedida de una empresa alemana de telecomunicaciones, decidió replantear el rumbo de su vida hacia una actividad que no solo la llenara profesionalmente, sino que generara un impacto positivo, un cambio real tanto en la sociedad como en el medioambiente. La respuesta, sin ir más lejos, fue The Circular Project, una iniciativa en el mundo de la moda que apuesta por la circularidad y la reutilización de materiales para reducir el impacto de esa industria en el medioambiente, y, de esa manera, aportar su grano de arena a la conformación de una sociedad más cooperativa, más armónica con el entorno y menos desigual.
¿Cuál es la diferencia entre la moda sostenible y la fast-fashion?
La moda sostenible es aquella que tiene muy claro el impacto de la industria textil en el planeta, y todos sus procesos están encaminados en minimizarlo. Hablamos de sostenibilidad en la moda, cuando dejamos claro que no queremos comprometer los recursos planetarios para las generaciones futuras. Y, por eso mismo y frente a la moda convencional, la moda sostenible trabaja con un grado de exigencia brutal. Trabajamos priorizando la reducción de consumo energético, reducción de materias primas, etcétera. El impacto positivo que buscamos lo queremos en el ámbito ecológico, social y económico.
¿Qué tendría que pasar para que toda la moda fuera sostenible?
Bueno, a priori, parece que nuestra sociedad va en camino hacia la sostenibilidad, pero ¿qué tendría que pasar para que toda la moda fuera sostenible? Pues que todos manejáramos las mismas claves, que entendiéramos que la sostenibilidad supone consumir y producir menos y mejor, así como circularizar todos los procesos. Y también supone, lo mismo que en la naturaleza, eliminar el concepto de residuo, es decir, conseguir reutilizar todos los residuos. Además, supone consolidar un proyecto social de economía regenerativa para curar el daño que los años de una economía lineal le ha causado al planeta.
Pero de nada sirve que digan que tenemos que transformar al sector textil cuando eso implica una inversión enorme para la industria tradicional. Hablamos de un proceso apasionante, pero muy complejo, porque en esa transformación están en juego muchos puestos de trabajo y una inversión importante.
La industria textil es la responsable del 20% del desperdicio y contaminación del agua a nivel mundial, ¿qué pueden hacer los fabricantes para reducir su consumo, así como el impacto medioambiental?
Tienen que transformar sus procesos hacia un bajo consumo de agua, investigar muchísimo, trabajar con circuitos cerrados y cuidar muchísimo que nunca se viertan contaminantes o elementos tóxicos hacia nuestros cauces. Ahora mismo ya hay procesos, e investigación tecnológica, que no utilizan para nada el agua. Ese sin duda es nuestro mayor recurso. Y no es infinito. Por eso mismo, la industria textil tiene mucho que decir y hacer al respecto.
¿Qué es el upcycling?
Es una de las técnicas más importantes en la industria de la moda sostenible. Básicamente consiste en la reutilización de todos los materiales que están en buenas condiciones y con capacidades de tener un nuevo uso. Es la creatividad llevada a su máxima expresión.
¿Qué papel juega la innovación tecnológica en la transición hacia la sostenibilidad en la moda?
Ahora mismo, en el sector textil, la innovación tecnológica es una herramienta vital. La investigación, el desarrollo y la tecnología, juntos de la mano, son la clave para el cuidado del planeta. Yo siempre he dicho que tenemos que lograr que las bondades tecnológicas trabajen a favor de nuestra madre naturaleza.
Queda mucho por avanzar en el reciclaje textil, cada segundo se tira un camión lleno de ropa o se incinera. Y solo se recicla un 1%; eso es muy poco. Hay que seguir investigando al respecto, porque tenemos ropa fabricada con la que podríamos vestirnos durante décadas; no sería necesario fabricar más. Entonces, ¿qué hacemos con todo ese desecho textil que ya tenemos? Pues podría ser una asombrosa materia prima.
La innovación textil va por el camino de buscar nuevos materiales, por desarrollar técnicas de economía circular aplicada y nueva maquinaria que utilice energías renovables. Otro punto muy importante es innovar respecto a los modelos de distribución.
A pesar de ello, la fast fashion se sigue consumiendo, sobre todo, en países en vías de desarrollo. ¿Cómo se lograría que todos esos avances se distribuyeran mejor en las distintas regiones del mundo?
Ahora mismo la moda fast fashion y low cost se consumen a nivel planetario. No hay muchas diferencias entre unos países y otros. En este momento, estamos sufriendo, en la moda sostenible, un importante parón por la guerra en Ucrania, la pandemia, y otros eventos geopolíticos. Pero más grave aún es el caso de la ultra fast fashion que ha entrado con mucha virulencia en nuestra economía, porque no solo produce muy rápido y muy barato, sino que ahora, al venderse online, entra agresivamente y revienta los precios del mercado.
Si hablamos de economía del bien común, ¿qué papel juega la transparencia para saber cómo ha sido producido un pantalón o una camiseta?
La transparencia es una de las reivindicaciones históricas que tiene la moda sostenible, ética y circular. Necesitamos que toda la cadena de suministro, y el ciclo de vida de una prenda, estén muy bien trazados y que sean transparentes. La transparencia es fundamental para los consumidores. Tenemos el derecho de saber quién, cómo y en qué condiciones ha hecho nuestra ropa.
¿Por qué hay esa necesidad de cambiar de ropa tan rápidamente, por qué no se promueve más la atemporalidad de una prenda?
Como dije antes, tenemos ropa como para vestirnos durante 20 años. Aun así, los percheros de las grandes cadenas se renuevan cada semana. Eso es una brutalidad. No se promueve la atemporalidad de la ropa porque estamos ante unas leyes del mercado muy agresivas. Además, la industria de la fast fashion da empleo a 26 millones de personas, y deja unos beneficios de 200.000 millones de euros al año.
Ahora mismo, la sostenibilidad se basa en producción local y consumo local. Lo que deberíamos lograr es un intercambio mayor entre distintos países, independientemente de la localización de la producción, y que este sistema más cooperativo, circular y sostenible, genere nuevos puestos de trabajo.
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