Jueves, 20 de julio de 2023
A las 6 de la mañana hay que estar en las puertas del Coliseo para no perderse el amanecer más italiano. Luego hay que visitar el Foro y el Arco de Constantino. Recuerda, a las 10 en punto sale el free tour del paraguas amarillo, y a las 11:15 el Juicio Final espera en la Capilla Sixtina. Da igual cuán pronto se acaben los tesoros del Vaticano, no hay que sentarse a comer antes de publicar las fotos en el Campo dei Fiori o con la estatua de Vittorio Emanuele y con un par de cosas más que recomiendan en algún lugar de internet.
Estas no son, probablemente, las “vacaciones en Roma” que Audrey Hepburn y Gregory Peck desearon para su verano de 1953. Sin embargo, hoy en día es uno de los relatos más comunes entre los turistas. Las jornadas interminables de trabajo, las demandas familiares, el ruido constante, el tráfico, la digitalización del ocio y los compromisos sociales han generado un estilo de vida en el que parece que siempre debamos estar en movimiento, produciendo y consumiendo sin parar. Afortunadamente, no hace falta volver al verano del 53 para conectar de nuevo con nuestro alrededor.
El slow travel, o turismo lento, es una tendencia emergente que se basa en la apreciación de los destinos de manera pausada, promoviendo experiencias auténticas y respetuosas con el entorno. Por ejemplo, en lugar de visitar múltiples destinos en un período corto de tiempo, el turismo lento se centra en explorar una región o ciudad en profundidad. Así, los viajeros pueden dedicar más tiempo a sumergirse en la cultura local, interactuar con la comunidad y descubrir los encantos ocultos de un lugar concreto. Asimismo, este tipo de vacaciones apuestan por la conexión con la naturaleza y la conservación del medio ambiente. En este sentido, los destinos que promueven el ecoturismo ofrecen actividades al aire libre como senderismo, observación de aves, buceo o paseos en kayak.
Una de las organizaciones que impulsan la vida y el turismo pausado se llama Cittaslow, y nació en Italia en 1999 como respuesta al ritmo acelerado y a los efectos negativos de la globalización en las ciudades. Es una iniciativa que desde sus inicios busca preservar la identidad local, los valores tradicionales, la cultura, la gastronomía y la forma de vida característica de cada comunidad. En todo el mundo ya hay más de 200 ciudades con el certificado Cittaslow, pero hay muchas más que también son internacionalmente conocidas precisamente por fomentar los valores de calma y sostenibilidad entre sus habitantes y turistas. Estas son algunas de ellas:
Balmaseda, en Vizcaya.
Situada a unos 30 kilómetros de Bilbaoes testigo del paso de peregrinos y punto de encuentro de diferentes culturas.. Un ejemplo de práctica sostenible en esta localidad está relacionado con el servicio de jardinería, ya que han introducido nuevos métodos, prácticas y productos más respetuosos con la salud del planeta y la de los trabajadores. Además, el Ayuntamiento rehabilitará próximamente una zona industrial para crear un espacio para anfibios y para la educación ambiental.
Greve in Chianti, Italia.
Ubicada en la región de la Toscana, Greve in Chianti es conocida por sus paisajes, viñedos y por ser pionera en el movimiento slow life (vida lenta). Es una ciudad con una fuerte conexión con la naturaleza y una cultura gastronómica arraigada en productos locales. Aquí, más de la mitad de los viñedos tienen el certificado de orgánicos. Además, casi todas las empresas que los gestionan dicen haber implementado una mejora de la gestión del agua y una reducción de la huella de carbono en la producción del vino.
Ubud, Bali
Es una ciudad en el centro de la isla de Bali, Indonesia, y es reconocida por su herencia cultural, los paisajes asombrosos y su enfoque en la espiritualidad. Como parte de su apuesta por el desarrollo sostenible, la localidad ofrece a los turistas cursos semanales para aprender a respetar la naturaleza o reducir los residuos que se generan a nivel individual. Por sus acciones, a Ubud se le conoce como “el corazón verde” de Bali.
Las ciudades y pueblos slow son una opción de vida y vacaciones alternativas, son destinos comprometidos con el respeto medioambiental, el apoyo a los comercios locales, la recuperación de herencia histórica, la mejora de espacios públicos y el impulso a la gastronomía saludable (y sostenible).
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