Jueves, 20 de junio de 2024
Todo empezó con un hombre que quería cambiar de trabajo y un poco de morriña. En los coletazos de la crisis de 2008, Gerardo Lagares decidió convertir su proyecto de fin de máster en una realidad. Dejó Madrid y se volvió al rural en Galicia, para cambiar las plantaciones de eucaliptos —una especie invasora— por autóctonos castaños de mejor aprovechamiento.
No logró la superficie necesaria para esta idea ambiciosa, así que tuvo que ajustar su idea. Sin embargo, al hacerlo sentó las bases para el que iba a acabar siendo la primera plantación de té ecológica de Europa. Está en Paderne, en Betanzos (A Coruña), y es ahora Orballo, una empresa rural de infusiones ecológicas.
Cultivar ya se cultivaba antes té en Europa, aunque no era algo exactamente común. Óscar Torres, director de comunicación de Orballo, explica que existían plantaciones en Brest (Bretaña), Gales y Escocia, «de apasionados del té» con una producción muy limitada y «exclusiva». «Orballo es lo opuesto», indica Torres, con un té abierto a cualquier paladar.
El té es una variedad de camelia, la Camellia Sinensis. Las camelias llegaron a los jardines gallegos a finales del siglo XVIII, como una planta ornamental en los pazos. Desde ahí se extendieron por toda la geografía y ahora están tan presentes que hasta hay rutas turísticas que siguen su floración. De hecho, Galicia es la principal zona de cultivo de España de camelias y produce al año 3 millones de unidades, según cálculos de la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas vivas (FEPEX).
Herederos de las camelias
Si las camelias ornamentales funcionaron, ¿por qué no habían de hacerlo las del té? «Eso mismo reflexionamos nosotros», responde Torres. Ya había, apunta, algunas plantas de té en los jardines de algunos pazos gallegos, aunque con una producción limitada y no con un fin comercial. Para empezar su plantación, en Orballo contaron con la ayuda de la Estación Fitopatológica Areeiro, que ya había hecho pruebas e investigado si la planta era compatible con Galicia. En 2016, tuvieron los primeros resultados de sus plantaciones.
Cultivar té no solo requiere condiciones geográficas, también conocimientos. Torres reconoce que no es exactamente fácil, porque acceder a las plantas en sí no es tan sencillo y también se necesita un aprendizaje constante sobre cómo cuidarlas. «Buscamos asesoramiento y adquirir conocimiento», señala sobre su proceso. «La fabricación del té es como la cocina. No es lo mismo cocinar para uno que para cocinar para mil», suma. Han tenido que aprender a hacer buen té y cómo las cosechas en diferentes momentos del año permiten conseguir las diferentes variedades de esta bebida.
Torres habla del vino y su positivo impacto en el rural como un ejemplo de lo que podría ser el té. Cierto es que el cultivo de la vid tiene una tradición doméstica —lo habitual, en Galicia, era hacer ya vino en casa— y de té no hay una costumbre de bebérselo.
Es un poco lo que ocurre en general en España con las infusiones, aunque el directivo ejemplifica con las 'meigas' que extrañas realmente no lo son. ¿Qué era lo que hacían si no las 'meigas' más que usar hierbas para crear sus soluciones? Y, por supuesto, los cultivos de plantas aromáticas no son ajenos, en general, a los campos españoles. «La cultura mediterránea tiene mucha tradición de aromáticas», suma.
Quizás, que no tomemos tantas infusiones como en otras culturas -aunque los últimos estudios de Alimarket hablan de que en España se consumen cada vez más- lleva a que los profanos pierdan de vista el potencial que suponen para el medio rural. Incluso, el impacto real que ya tienen. Sin irse muy lejos, Torres lo muestra con un dato: la zona de Betanzos es ya de las grandes exportadoras de laurel de Europa. Y las aromáticas son muy potentes en la industria de la perfumería.
Como buenos amantes de la naturaleza
Pero volviendo a Orballo y sus tés e infusiones lo que llama la atención es justamente ese dato de que son el primer té ecológico del continente. Puede que para los puristas del té este certificado no fuese tan importante, señala su responsable de comunicación, pero para ellos sí lo era, porque justamente ese era el tipo de agricultura por la que querían apostar. Quieren «hacer las cosas como buenos amantes de la naturaleza». El cultivo es también parte del cuidado del entorno. Al fin y al cabo, los campos de Orballo están en el área de la Reserva de la Biosfera As Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo.
Certificar el terreno para que sea ecológico requiere tiempo, comprender la tierra y dejarla recuperarse en ocasiones para que vuelva a tener buena salud. «Los vecinos al principio nos decían que solo cortábamos hierba», bromea Torres. «Nuestra filosofía es crear cultivos de alta calidad y no dañar la tierra», explica, «dar más a la tierra de lo que le quitamos». Ahora, trabajan ya con unas 20 hectáreas de plantación de aromáticas para sus infusiones y té.
Este tipo de acercamiento a la agricultura tiene también un impacto en su entorno: en sus campos se ven pájaros o insectos. «Ves bichos, ves vida», sintetiza. No es que las plagas se abstengan simplemente porque se le dé un certificado ecológico a la tierra, pero la propia naturaleza es la que se encarga de gestionarlas. Por ejemplo, al pulgón se lo comen las mariquitas. Torres cree que es un modelo más sostenible en el tiempo, porque es «como el ciclo de la naturaleza». De hecho, apunta, las plantas son más resistentes porque han podido aprender a usar sus propias armas. «Es otra forma de verlo», que implica un cambio de mentalidad y de filosofía agrícola.
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