Martes, 13 de diciembre de 2022
Desde Alemania, la práctica de plantar un abeto en la época navideña se ha extendido, a lo largo de la historia, por el norte de Europa hasta llegar a Inglaterra, y de ahí al resto del mundo. El primer árbol que lució una Navidad en España lo hizo en Madrid, en 1870, cuando el ferrocarril ya llevaba dos décadas rodando por nuestro país y la revolución industrial despegaba todo su potencial de desarrollo (y también de consumo exponencial de recursos en un planeta finito).
Ahora, sin embargo, sabemos que si queremos que los árboles sigan representando este símbolo de vida, fertilidad y regeneración, debemos ser sostenibles desde la raíz. Según Ecologistas en Acción, en España, más de dos millones de abetos terminarán en la basura una vez que acaben las fiestas. Además, para esas fechas se calcula que la cantidad de residuos diarios en nuestro país aumente un 30%, equivalente a casi 20.000 toneladas diarias. Por eso, cada vez existen más alternativas para celebrar la Navidad decorando nuestros árboles sin poner en riesgo el equilibrio natural. Ahora bien, ¿hay una opción más ecológica que otra? Todo depende del uso que queramos darle a nuestro árbol y la vida que queremos que tenga tras las fiestas.
Si no tenemos un abeto que podamos rescatar de años anteriores, lo más sostenible, según los expertos, es plantear nuestro árbol siguiendo la filosofía de la economía circular, es decir, reutilizar objetos que tenemos a nuestro alrededor. De esta manera, no solo reducimos nuestro consumo durante estas fiestas —que suele incrementarse por las reuniones, regalos y desplazamientos—, sino que también minimizamos la cantidad de residuos que generamos y damos una segunda vida a recursos que tenemos por casa.
Plantas de interior, libros, palets, cartones y botellas de plástico reutilizadas pueden conformar un bonito abeto, y es una manera de alargar la vida útil de estos objetos. También podemos aprovechar las ramas caídas de otros árboles para diseñar uno propio o, si contamos con jardín, decorar plantas y arbustos con espíritu navideño, manteniéndolos en su hábitat y con los cuidados necesarios para su conservación.
Si, por el contrario, preferimos comprar, mejor optar por un árbol natural que uno artificial, pues estos últimos están hechos de PVC, un material muy difícil de reciclar. En el caso de un abeto natural, es indispensable asegurarse de que provenga de un vivero, es decir, que no haya sido talado de un bosque generando deforestación, y que mantenga sus raíces para que tenga una oportunidad de ser replantado. En España, gran parte de los abetos son de producción controlada, por lo que con su compra no contribuimos a la deforestación ni agravamos el cambio climático. De hecho, según indican desde el Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, “donde queda el hueco del árbol vendido, otro será plantado”.
En Montseny-Guilleries, Cataluña, se concentra el 90% de la producción de árboles de Navidad del país y parte de Europa, gracias a unas condiciones climáticas favorables para el crecimiento de especies como Abies nordmanniana, la más común para estas fechas.
Pero hay que pensar en un asunto más: ¿Qué va a ser de ellos una vez metamos la Navidad en cajas hasta el año siguiente? Aquellos abetos que están en buen estado podrán ser replantados en espacios verdes. Sin embargo, por las condiciones de temperatura y luz de nuestros hogares, la cifra de árboles que sobreviven a las fiestas no alcanza el 10%. Concretamente en 2021, el Ayuntamiento de Madrid recibió 180 árboles, de los cuales apenas 63 se encontraban en buen estado. Según Javier Espada, a cargo del Vivero de Estufas del Retiro, para mantener un abeto en buenas condiciones hay que alejarlo de la calefacción y otras fuentes de calor en casa y, si es posible, colocarlo en una terraza donde tenga algo de luz y sombra. También recomienda que la tierra del árbol siempre esté húmeda, procurar regarlos cada dos o tres días y no cortar sus ramas y raíces.
No obstante, si a pesar de los cuidados nuestro árbol no supera estas fechas, hay otras opciones beneficiosas para nuestro planeta. Aquellos que no puedan ser replantados también podrán tener una segunda vida como compost o biomasa: cada abeto no recuperable puede transformarse en cinco kilogramos de abono para la jardinería municipal.
Ayuntamientos como los de Madrid, Ourense y Murcia cuentan con campañas de recogida de árboles naturales, pues hacerlos nosotros mismos está prohibido en varias regiones de España debido a que puede causar desequilibrio en el ecosistema natural. También existen otras alternativas en el sector privado, como la empresa Mi árbol de Navidad. En su caso, además de llevar el abeto hasta nuestro hogar, dispone de un servicio adicional de recogida para que, una vez acaben las fiestas, el ejemplar sea replantado o utilizado para elaborar compost.
Sin duda, disfrutar de una Navidad con menos huella en nuestro planeta es posible. Para conseguirlo, lo ideal es poder limitar nuestro consumo, porque lo más ecológico siempre será reutilizar antes que comprar algo nuevo.
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