Jueves, 13 de julio de 2023
Las cubiertas vegetales son un caso particular del concepto más amplio de cultivo intercalado, una práctica habitual en agricultura tradicional y especialmente en sistemas agroecológicos, en el que se trata de aprovechar sinergias derivadas del cultivo simultáneo de más de una especie. Un caso habitual es la combinación de cultivos leñosos y herbáceos con los que se persigue una mayor resiliencia del sistema y un mejor aprovechamiento de los recursos.
En el caso particular de las cubiertas vegetales, se trata de cultivos cuyo objetivo prioritario es proteger y mejorar la salud del suelo, y no para cosecharlos. En cultivos anuales, como trigo, las cubiertas vegetales se siembran normalmente durante los períodos de barbecho, mientras que, en cultivos leñosos, como el olivar, se siembran entre los árboles.
Tradicionalmente, las cubiertas vegetales se han utilizado para cubrir el suelo y evitar la erosión, suprimir el crecimiento de malas hierbas y mejorar su fertilidad y estructura. A ello se han unido recientemente la mejora de la biodiversidad, ya que las cubiertas proporcionan hábitat y alimento a numerosas especies, y la calidad de los valores del paisaje.
Dependiendo del objetivo que persigamos, la composición y manejo de las cubiertas serán diferentes. Así, si perseguimos mejorar la fertilidad del suelo optaremos por leguminosas, que permiten producir mucha biomasa que se incorporará al suelo en forma de abonado verde. Un uso similar es el de la bio-fumigación, por ejemplo, con Sinapis alba (una crucífera que es una especie de jaramago) para reducir la concentración de un hongo dañino para el olivo. Si queremos prevenir la erosión, se usarán especies que cubran mucho el suelo con el menor consumo de agua y nutrientes posible, por ejemplo, gramíneas de ciclo corto y porte bajo. Si, por el contrario, queremos priorizar la mejora de la biodiversidad, optaremos por una mezcla de especies que produzcan flores durante un amplio periodo de la temporada. Todas estas alternativas de cubiertas tendrán un efecto positivo sobre todos los aspectos mencionados, aunque con intensidad variable en cada uno de ellos dependiendo de las especies utilizadas y su manejo.
En cualquiera de estos casos, el uso de cubiertas vegetales es una apuesta por la mejora de la provisión de los servicios ecosistémicos de los cultivos, utilizando principios de agroecología en la que, con una aproximación más sofisticada a la agronomía, se persigue un equilibrio entre la provisión de diferentes servicios ecosistémicos (por ejemplo, producción de alimentos, mejor regulación del ciclo hidrológico, mejora de la biodiversidad, etc). Esta apuesta entiende que una explotación será más sostenible (económica y ambientalmente) y resiliente ante eventos o situaciones extremas (sequías, lluvias torrenciales, oscilaciones de mercado, etc.) si busca un equilibrio a medio y largo plazo entre productividad y sostenibilidad.
Actualmente, se estima que en España los agricultores utilizan cubiertas vegetales en un 23% de la superficie de cultivo, siendo usadas preferentemente en cultivos leñosos. En estos últimos, la mayoría de las cubiertas usadas son la vegetación naturalmente presente en el banco de semillas del suelo, denominada «cubierta vegetal espontánea», siendo la opción en el 95% de la superficie. Esta situación se da porque es la más económica y porque en muchas ocasiones las especies presentes están ya adaptadas al ciclo de crecimiento perseguido. El otro 5% de explotaciones lo hacen porque existen circunstancias en las que es necesario sembrar una cubierta, como por ejemplo cuando queremos hacer bio-fumigación o abonado en verde; o cuando el suelo está degradado, que no se puede generar cubierta espontánea que ofrezca los beneficios deseados. Algunas barreras para un uso más extendido de cubiertas sembradas son el elevado coste de la semilla de las cubiertas más convenientes, y la dificultad de implantación en suelos muy degradados o con alta densidad de herbívoros, por ejemplo, conejos.
En el clima mediterráneo, de precipitación siempre limitada e impredecible, es muy importante un manejo adecuado de las cubiertas vegetales para no afectar de manera severa a la productividad del cultivo principal. Esto puede ocurrir, en ocasiones por competencia por agua, ya que, aunque las cubiertas vegetales mejoran la infiltración de agua, en contrapartida su consumo de agua por transpiración durante la primavera y el verano es más elevado que la evaporación desde un suelo desnudo y seco.
Por su importancia para una agricultura que haga un uso sostenible del suelo, la Política Agraria Comunitaria (PAC) pretende contribuir a ayudar a su uso ofreciendo la opción de usar las cubiertas vegetales como uno de los requisitos entre los que deben escoger los agricultores para optar a cobrar la parte íntegra importante de la subvención. A fecha de hoy, después de décadas de investigaciones en cubiertas vegetales, la investigación científico-técnica debe responder a las necesidades de conocimiento, fundamentalmente aplicado, que dé herramientas al agricultor para optimizar los beneficios de las cubiertas y prevenir sus potenciales riesgos para ayudar a la toma decisiones de manejo que son específicas de las condiciones de la explotación y de la climatología del año. Esto no agota otras posibilidades de investigación básica y aplicada, que podría llevar a nuevas estrategias de manejo de cubiertas vegetales y otros usos potenciales. Estos podrían incluso acabar en la paradoja de volver a situaciones en las que se intercale un cultivo leñoso, o entre rotaciones, en las que se busque un aprovechamiento de parte de la cosecha o biomasa de la cubierta como cultivo, por ejemplo, con fines energéticos. Siempre que este cultivo se hiciera con los principios de equilibrar la provisión de servicios ecosistémicos, la posibilidad de un mayor ingreso al agricultor podría permitir una cubierta vegetal de mayor calidad, que bien manejada, podría permitir un mayor retorno de biomasa y una mejor cobertura de suelo que la observada en algunas situaciones con cubierta vegetal espontánea.
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