Martes, 25 de febrero de 2025
En España, la reconversión verde registra un ritmo intenso. Las fuentes renovables aportaron el 56% al mix eléctrico en 2024 con un repunte productivo del 11% -récord nacional- y una capacidad de 149 teravatios/hora (TWh). Con un hito significativo: el sorpasso de la solar fotovoltaica -que acaparó el 17% del combo eléctrico- a las fuentes de ciclo combinado, lo que la sitúa en el tercer peldaño del pódium, tras la eólica, que lo lideró con un 23%, y la nuclear, con un 19%.
La hidráulica es la quinta fuente, con un 13%, mientras las tecnologías fósiles constataron bajada, con el ciclo combinado registrando un retroceso del 24% y el carbón camino de su desaparición, al crear sólo del 1,1% de la electricidad, la menor cuota de la historia.
Este auge de las energías renovables resulta esencial para alcanzar el objetivo de que representen el 81% del suministro nacional de electricidad en 2030. De momento, el 22 de noviembre de 2024 superó la cota marcada por las renovables en todo 2023, en el que se batió el tope de generación, hasta los 134.649 gigavatios/hora (GWh) -el 56% del recibo nacional de luz- y una presencia activa de las tecnologías en la estructura de potencia instalada: el 63% del total.
Las inversiones en la red de transporte aumentaron un 18% en el tercer trimestre, con un capital desplegado de 603 millones de euros, admite Red Eléctrica, tendencia a la que se ha sumado el sector privado. Toda vez que se han acumulado los proyectos verdes en el mercado doméstico, donde ya superan a los fósiles como fuente energética prioritaria. Mayoritariamente, enfocados a la solar y eólica, pero con un sólido despegue de alternativas como el hidrógeno; sobre todo, el verde.
Aun así, los retos son notables. La Agencia Internacional de la Energía (IEA) destaca “la creación de redes de conexión y transporte internacionales para exportar sus excedentes de renovables, la adecuación de la infraestructura eléctrica a la demanda de suministro o el estímulo a sectores que, como el transporte o demandas como la calefacción, deben avanzar con más intensidad en neutralidad energética”. Para ello -dicen sus expertos- resulta ineludible que España continúe aplicando servicios tecnológicos, catapulte la IA e intensifique cambios regulatorios, “donde ha lanzado varias iniciativas en la senda correcta”.
Entre otras, el reciente Plan de Algoritmos Verdes, en estudio desde 2021, que ha recabado las aportaciones de sus multinacionales y adscrito a la Estrategia Nacional de IA (ENIA), cuyo objetivo es hacer germinar un ecosistema de innovación que anticipe modelos de gestión de la máxima fiabilidad en sus instalaciones energéticas. La Green AI es decisiva para ajustar los adecuados controles de caudal de agua en centrales hidroeléctricas o intensificar los aportes de energías renovables al mix energético a partir de datos técnicos reales.
Aunque también la entrada en vigor, en enero, de la ReFuelEU Aviation, que fija cuotas de uso de combustibles sostenibles de aviación SAF a las aerolíneas, y que van desde un 2% en 2025 a un 70% en 2050.
El papel del hidrógeno verde y el biometano
En este contexto, las compañías energéticas impulsan la descarbonización con proyectos palpables, entre los que destacan los de Moeve con la construcción del Valle Andaluz del Hidrógeno Verde, el proyecto más ambicioso de hidrógeno renovable de Europa, para este verano, con una inversión de 3000 millones de euros."
A finales de 2024, España trasladó a Bruselas su revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) que situaba al hidrógeno verde como una de sus apuestas más claras para descarbonizar la economía, hasta llegar a una potencia de electrólisis de 12 GW en 2030.
Las decenas de iniciativas que se expanden por todo el territorio nacional comparten esta visión de integración productiva del hidrógeno verde por electrólisis a partir de fuentes renovables, así como su consumo en procesos industriales y emplazamientos cercanos. Ya sea mediante su uso directo, sustituto del hidrógeno gris o de gas natural, su transformación a amoniaco o metanol, o como combustible para transporte y descarbonización en entornos portuarios.
La sostenibilidad española deja, sin embargo, márgenes de mejora para 2025. En áreas como la del vehículo eléctrico, con un recorrido todavía tortuoso. Hasta julio de 2024, las matriculaciones en Europa crecieron un modesto 1,3% (712.637 unidades), mientras los híbridos enchufables se contrajeron un 2,5% (392.284 unidades vendidas). A día de hoy, estos vehículos representan el 3% del parque automovilístico de la UE y el 1,4%, en España.
En este sentido, cobra trascendencia la aceleración de proyectos de economía circular, bajo otro plan de acción concreto que gira en torno a cinco ejes de actuación -producción, consumo, residuos, materias primas y agua- y que está dotado de 2.169 millones de euros. Varios sectores -el textil, el plástico y los bienes de equipo- podrán acceder a inyecciones específicas por 300 millones. Además, y en paralelo, se han ampliado las líneas crediticias ventajosas del ICO e instituciones como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) que ya desplegaron en el mercado interior 11.600 millones para financiar iniciativas con sello circular entre 2019 y 2023.
El biometano también aparece como una palanca del cambio. Este biogás convierte residuos en energía y concentra plantas especialmente eficientes en Alemania, Reino Unido, Dinamarca y Francia. España comienza a ver su potencial y se proyectan nuevas inversiones, como la de Moeve de 600 millones de euros para realizar 30 plantas.
Mientras, otras alternativas, como la biomasa, no acaban de encontrar su nicho competitivo. En 2025 y 2026, la Administración de Información de Energía de EE. UU. estima que seguirá siendo residual dentro del 25% de aportación de las renovables a su mix eléctrico. Gran parte de los esfuerzos descarbonizadores de la primera potencia mundial procederá de la captura directa de CO2 de la atmósfera, que se ampliará enormemente este año entre países industrializados. Una nueva instalación en suelo texano extraerá 500.000 toneladas de dióxido de carbono del aire al año desde este 2025, que utilizarán para vender créditos de compensación en el mercado de CO2 a grandes empresas. Será la mayor del mundo, desplazando a la de Mammoth (Islandia).
Las baterías del futuro también serán clave, con China controlando las cadenas de suministro mundiales. Su firma Contemporary Amperex Technology (CATL) controla el 37% del mercado global y seguirá abasteciendo a grandes marcas automovilísticas como Tesla, Ford o Volkswagen.
Al igual que la segunda generación de biocombustibles que tiene en España una base de desarrollo. Moeve comenzó la construcción en 2024, junto a sus socios, de una nueva planta de biocombustibles 2G, con una inversión de acumulada 1200 millones de euros, con la que desarrollará el complejo industrial de biocombustibles 2G más grande del sur de Europa. La planta, ubicada en el Parque Energético ‘La Rábida’, en Palos de la Frontera (Huelva), utilizará desechos agrícolas y aceites usados de cocina como materia prima y tendrá una capacidad de producción flexible de 500.000 toneladas de diésel renovable y combustible sostenible para la aviación (SAF), destinados al transporte aéreo, marítimo y terrestre.
Todo ello deja notables efectos socioeconómicos. Un estudio de Moeve y Manpower asegura que el hidrógeno verde y los biocombustibles generarán 1,7 millones de empleos en la UE y que las renovables elevarán en 145.000 millones de euros el PIB europeo hasta 2040. Con España liderando la producción de hidrógeno verde en el Viejo Continente y el mercado con más empleos vinculados a moléculas verdes; en concreto, 181.000. Más que Reino Unido (173.000), Alemania (145.000) y Francia (105.000).
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