Jueves, 13 de marzo de 2025
La biocircularidad representa una solución innovadora y sostenible para avanzar en la transición energética, ya que permite cerrar ciclos productivos utilizando residuos orgánicos provenientes de la agricultura, la ganadería y la industria agroalimentaria. Con ella se generan recursos clave como biocombustibles, biogás y productos de base biológica. Sin embargo, España, pese a ser el tercer país de la UE en potencial de biomasa, ocupa el octavo puesto en producción de bioenergía.
Para entender cómo están colaborando administraciones, empresas y centros de investigación para aprovechar este potencial hablamos con Margarita de Gregorio, secretaria general de la Plataforma Española Tecnológica y de Innovación en Biocircularidad (BIOPLAT); CEO de la Asociación Española de Biocircularidad (BIOCIRC); secretaria técnica de la Alianza Europea para una investigación de excelencia en bioenergía sostenible (EERA Bioenergy); y, desde este año, presidenta de la Alianza para la Sostenibilidad del Transporte Aéreo (AST).
Pregunta. ¿Qué es la biocircularidad y cuáles son los retos para implementarla en el contexto de la transición energética?
Respuesta. La biocircularidad es la parte renovable de la economía circular. Implica el cierre de ciclos productivos usando biomasa orgánica de fuentes como la agricultura, ganadería, montes e industrias agroalimentarias. Estos residuos o subproductos se convierten en recursos para generar energía, combustibles o productos de base biológica. Desde BIOPLAT, trabajamos en soluciones tecnológicas para valorizar esta materia orgánica. Además, la Asociación Española de Biocircularidad aborda la regulación y políticas necesarias para implementar estas tecnologías, involucrando a empresas y administraciones públicas en el proceso.
P. ¿Cómo se trabaja para materializar estas tecnologías y adaptarlas a las necesidades del mercado?
R. Desde BIOPLAT y BIOCIRC estamos centrados en diversificar la transición energética más allá de la electrificación. La biocircularidad complementa las tecnologías renovables actuales, como la fotovoltaica y la eólica, con soluciones para descarbonizar sectores como el transporte, o el calor y el frío. Apostamos por gases renovables, biocombustibles y combustibles sintéticos. Con tecnologías maduras y competitivas, buscamos integrar estas soluciones en las agendas políticas para acelerar la transición hacia una energía sostenible.
P. ¿Está bien situada España en materia de biocircularidad? ¿Cuáles son los principales retos regulatorios y de mercado?
R. España es octava en la UE en bioenergía, pese a ser el tercer país en potencial de biomasa. Nuestro reto es transformar este recurso en un pilar económico y social, aprovechando su distribución regional. La biocircularidad genera industria, desde el aprovisionamiento de biomasa hasta la comercialización de productos. Necesitamos confianza y un marco regulatorio que apoye gases renovables, biocombustibles y productos de base biológica. La sostenibilidad es clave. Nuestras operaciones cumplen estrictos criterios de sostenibilidad y requieren licencia social para operar, lo que asegura su integración en las comunidades locales.
P. Como secretaria técnica de EERA Bioenergy, ¿qué papel tiene la investigación europea en el desarrollo de bioenergía sostenible?
R. La EERA Bioenergy coordina universidades y centros de investigación de excelencia en la UE para impulsar tecnologías de biocircularidad. Priorizamos proyectos de I+D que escalen tecnologías como combustibles sostenibles para aviación y biometano. Sin embargo, necesitamos financiación a largo plazo, entre 8 y 12 años, para que estas tecnologías maduren y se implementen a gran escala. Nuestra estrategia es fomentar la innovación para industrializar la transición energética, asegurando competitividad y reduciendo dependencia externa.
P. ¿Cuáles son los objetivos en la producción de biometano y combustibles sostenibles para aviación?
R. Europa debe producir 35 bcm (kilómetros cúbicos) de biogás y biometano para 2035. Además, el programa Refuel Aviation establece que el 2% del combustible de aviación debe ser sostenible en 2025, aumentando al 20% en 2035. Para cumplir, necesitamos escalar tecnologías e instalaciones dentro de Europa. Si no lo logramos, deberemos importar estos combustibles, perdiendo oportunidades de desarrollo industrial y competitividad. Por ello, priorizamos soluciones tecnológicas y regulaciones que garanticen una producción sostenible y eficiente en nuestro territorio.
P. ¿Es ese el principal reto que tiene Europa encima de la mesa?
R. El mayor desafío es alcanzar los ambiciosos objetivos planteados en iniciativas como Repower Europe y Refuel Aviation, que derivan del paquete Fit for 55. Para lograrlo, debemos ser capaces de generar los recursos renovables necesarios dentro de Europa. Si no lo hacemos, podríamos perder nuestra industria, competitividad y depender de otros países. La transición ecológica y energética debe ser liderada por las industrias europeas, aprovechando nuestros recursos renovables en nuestras propias industrias. Esta visión estratégica es clave tanto para BIOPLAT como para BIOCIRC, y busca consolidar un modelo sostenible e independiente.
P. Centrando el análisis en el sector aéreo, ¿qué cambios tecnológicos son imprescindibles para su descarbonización?
R. El sector aéreo está muy comprometido con su descarbonización. Los esfuerzos se centran en tres áreas principales: operaciones de vuelo eficientes, circularidad en materiales y residuos, y combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés). Este último tiene el mayor potencial de descarbonización. El SAF puede ser de origen biológico o sintético, avanzando hacia una meta del 70% de mezcla con queroseno en 2050. España tiene una posición estratégica para liderar esta transición, y estamos trabajando en colaboraciones público-privadas para aprovechar este potencial.
P. Recientemente colaborasteis en un informe con Moeve y otras entidades. ¿Cuáles son las principales conclusiones?
R. El informe destaca la necesidad de un plan nacional de acción para el SAF. España tiene los recursos y capacidades para ser el mayor productor de SAF en Europa. Como decía antes, los objetivos del Refuel Aviation son pasar del 2% de mezcla en 2023 al 70% en 2050. El informe advierte que España debe actuar con agilidad para incentivar una segunda gran oleada de inversiones para cubrir la demanda de SAF que más allá de 2030. Muestra como los países de nuestro entorno están tomando posiciones. España no puede quedarse atrás. La clave es alinear ministerios, comunidades autónomas y actores industriales para lograr una estrategia país que sitúe a España como líder en biocircularidad.
P. La gran tendencia del momento es la inteligencia artificial. ¿Cómo está impactando esta tecnología en los proyectos de biocircularidad?
R. Efectivamente, la IA ya está aquí y tiene un impacto positivo en la eficiencia y competitividad de nuestros procesos. En programas como Horizonte Europa, cada vez más proyectos incorporan la inteligencia artificial, lo que acelera el aprendizaje y mejora nuestras tecnologías. En BIOCIRC, adoptamos una visión integradora que abarca desde las materias primas de biomasa hasta los procesos tecnológicos. Estamos convencidos de que la IA aportará valor al sector, ayudándonos a avanzar hacia un futuro más eficiente y sostenible.
P. ¿A qué barreras se enfrenta la biocircularidad en su desarrollo en estos momentos?
R. La mayor barrera es conceptual. Se percibe la transición energética como sinónimo de electrificación, excluyendo otras soluciones. Es esencial entender que la transición debe ser multitecnológica e integradora, avanzando en paralelo con diversas soluciones. Necesitamos apoyo político y social para convertir las soluciones de biocircularidad en pilares medioambientales y socioeconómicos. España tiene los recursos y las tecnologías; solo falta una apuesta decidida por la biocircularidad.
P. ¿Cómo percibe la sociedad estas soluciones?
R. Las soluciones de base biológica tienen una gran aceptación social. Por ejemplo, es fácilmente entendible que el gas natural se reemplace por gas renovable sin necesidad de cambiar calderas. Esto genera una mayor permeabilidad en la sociedad. Además, separar la materia orgánica en los hogares o gestionar correctamente los aceites de cocina usados es clave para aprovechar estos recursos en la generación de biogases y combustibles de segunda generación. Visibilizar estos ciclos cerrados puede integrar a la sociedad y potenciar la biocircularidad.
P. ¿Qué podemos esperar en España durante las próximas décadas?
R. Nuestra visión es que la biocircularidad se convierta en un motor clave del PIB español, integrando industrias existentes y futuras. En 20 o 30 años, España podría ser líder en biocircularidad en Europa, con un mercado consolidado de biomasa y soluciones tecnológicas maduras. Esto no solo fortalecería el ámbito energético, sino que también generaría valor en el medio ambiente, las economías locales y la sociedad. Estamos comprometidos con esta meta y creemos firmemente que es alcanzable.
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