Jueves, 11 de julio de 2024
El transporte marítimo es clave en la economía mundial y en estos momentos vive un complejo proceso de transformación. Esta industria representa más del 80% del volumen del comercio global y supone casi el 3% de las emisiones de gases de efecto invernadero, según un informe elaborado en 2023 por Naciones Unidas. Su principal reto es, por tanto, descarbonizar sin dejar de sostener el necesario crecimiento económico. Para ello, las navieras necesitarán modernizar sus flotas y adoptar soluciones con bajas emisiones de carbono, pero todavía está por decidir cuáles serán las mejores alternativas, aunque las soluciones más plausibles son las basadas en combustibles sostenibles.
Los buques tienen una vida larga, que puede llegar a los 25 años de media, por lo que algunos son demasiado viejos para ser reformados y a la vez demasiado nuevos para ser retirados del mercado. En este sentido, el mismo estudio indica que la transición del sector marítimo conllevará costes que podrán oscilar entre los 8.000 y 28.000 millones de dólares al año para descarbonizar los buques de aquí a 2050. En cuanto al desarrollo de la infraestructura, las inversiones podrían llegar incluso a los 90.000 millones de dólares anuales.
¿Cómo puede el sector, entonces, encarar este reto? Los expertos coinciden en que las iniciativas de descarbonización deben involucrar a todos los agentes de la industria, desde los puertos hasta los distribuidores. En este sentido, la conocida Declaración de Clydebank es la mejor muestra de ello. Presentada en la COP26, los Estados se comprometieron a establecer corredores marítimos verdes a nivel mundial, es decir, rutas marítimas sin emisiones entre dos puertos.
Los objetivos de esta declaración fueron claros: ofrecer opciones de repostaje a los buques que utilizan combustibles neutros en carbono para permitir la puesta en práctica de diversas soluciones y apoyar las iniciativas verdes pioneras. De hecho, a febrero de 2024, ya existen 57 iniciativas para desarrollar estos corredores, según DNV. En concreto, la declaración tiene la meta de desarrollar al menos seis corredores verdes para 2050, fecha en la que los signatarios llevarán a cabo una evaluación, encontrándose entre ellos a potencias marítimas como Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Países Bajos, Alemania, Australia o España.
De hecho, el papel de España en la descarbonización de la industria marítima no es desdeñable. Según un estudio realizado en 2023 por el Foro Marítimo Mundial, la península ibérica está bien posicionada para convertirse en pionera en el desarrollo de las rutas marítimas verdes, desde sus puertos al resto de Europa y fuera de ella. El informe reveló que Reino Unido, Italia y Estados Unidos son los países socios más prometedores para España en la creación de estas rutas verdes, seguidos por Turquía, Marruecos y China.
A la Declaración de Clydebank, se suman otros compromisos que nacen desde la propia industria. Es el caso del fondo de Investigación y Desarrollo (I+D) propuesto por la Cámara Naviera Internacional (ICS), que representa al 80% de la flota mercante mundial.
Los corredores energéticos: la promesa del hidrógeno
Otro de los desafíos para la descarbonización de este sector es la búsqueda de fuentes de energía alternativas. Así, los candidatos para dominar parte de la cuota son los combustibles renovables, como el metanol y el amoniaco, entre otros, y aunque todavía se encuentran en desarrollo, algunos de ellos ya son una realidad. No obstante, las perspectivas actuales también estudian los corredores marítimos de hidrógeno verde, que suponen una llamativa oportunidad para asegurar el suministro y la independencia energética de los países de la Unión Europea.
Este vector energético es capaz de almacenar y transportar energía procedente de fuentes renovables, tales como la solar, hidráulica o eólica, y su proceso de producción no genera emisiones de CO2. Por ello, se espera que el hidrógeno aporte entre el 15% y el 20% del mix energético mundial en 2050.
Respecto a los puntos cardinales del hidrógeno verde en España, cabe destacar el primer corredor marítimo de hidrógeno verde que unirá el sur y el norte de Europa: la conexión entre los puertos de Róterdam y Algeciras. Acordado entre Cepsa y multinacionales europeas como la noruega Yara y la holandesa Gasunie, el corredor contribuirá a crear una cadena de suministro de energía por Europa, conectando el Valle Andaluz del Hidrógeno Verde con el puerto holandés y distribuyendo a su vez el hidrógeno a los grandes centros industriales de Países Bajos, Bélgica y Alemania mediante hidroductos (Delta Corredor).
El futuro de los corredores marítimos es todavía un escenario muy dinámico donde las apuestas tecnológicas son aún inciertas, ya que transportar la energía que posee la molécula de hidrógeno solo puede hacerse a través de un vector. Lo que sí está claro es que esta tecnología ha llegado para quedarse. Ahora, deberá dar respuesta a los desafíos que enfrenta para su inversión y desarrollo, pero contando desde el inicio con un prometedor punto de partida. Hecho que lo augura como una de las grandes soluciones para llevar a cabo la transición energética en Europa y garantizar un suministro energético seguro e independiente.
¿Te ha parecido interesante?