Jueves, 5 de diciembre de 2024
Cada día se consume más y, por lo tanto, se generan más residuos, con el consiguiente impacto en el planeta, la economía, el medio ambiente y la salud. Pero, del mismo modo, cada día crece la concienciación sobre la necesidad de reducir los desechos. Atendiendo a esta preocupación, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó, el 14 de diciembre de 2022, una resolución para promover iniciativas de residuo cero que permita avanzar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Desde entonces, cada 30 de marzo se celebra el Día Internacional de los Cero Desechos.
A mediados de la década de 1970, el químico estadounidense Paul Palmer fundó la empresa Zero Waste Systems para buscar nuevos usos a la mayoría de los productos fabricados en la industria electrónica. Había nacido el concepto de zero waste (residuo cero), que pronto pasó a ser un movimiento en que se acabaron implicando ciudadanos, empresas y administraciones públicas.
Si bien alcanzar una situación de residuo cero resulta utópico a corto plazo, sí es posible reducir al máximo su generación y aprovechar los ya existentes mediante la reutilización y el reciclaje, así como promover la fabricación de nuevos productos con materiales reutilizados o reciclados. Estos son los pilares de la filosofía zero waste, que está reconfigurando numerosas actividades que afectan a los sistemas de producción y consumo actuales. La naturaleza también genera sus propios residuos, pero ninguno de ellos deja de ser aprovechado por el propio ecosistema. Lograr que la sociedad global siga este ejemplo sí es un objetivo alcanzable.
Son muchas las personas y comunidades que han adoptado un modo de vida zero waste. Algo que puede parecer difícil de inicio, se convierte en sencillo si se presta atención a la cantidad de residuos generada en el día a día. Consumir de manera responsable son pequeñas acciones: reducir el exceso de empaquetado, recurrir a la compra a granel de muchos productos alimenticios, reutilizar la ropa o comprarla de segunda mano, evitar el gasto superfluo de agua y energía en nuestro hogar e incluso la producción propia, de manera natural y artesanal, de productos de higiene personal o de limpieza del hogar. El movimiento zero waste está generando un valioso cambio en los parámetros de consumo, y es muy fácil encontrar información para unirse a él.
Igualmente, numerosas empresas se han comprometido con la reducción de los residuos o con la fabricación de nuevos productos a partir de los mismos. Desde compañías del sector alimenticio, que buscan un nuevo cauce de consumo para sus excedentes, hasta otras que aplican el ecodiseño en la fabricación de sus envases, pasando por aquellas que cambian las materias primas provenientes de combustibles fósiles por otras de origen residual, la industria está cada día más alineada con la filosofía zero waste. Como ejemplos, la I+D+i ha permitido a la empresa española Souji crear un producto que, previamente envasado en recipientes sostenibles a base de papel y materiales reciclados, convierte el aceite usado de cocina en un potente limpiador multiusos, y a Pack2earth crear los primeros envases a partir de materias vegetales y minerales que logran sustituir al plástico. Por su parte, PreZero España y Moeve convertirán los residuos urbanos e industriales en biocombustibles de segunda generación y productos químicos circulares.
Asimismo, son numerosas las medidas con que las diversas administraciones públicas ayudan a este cambio tan necesario: apoyo financiero a proyectos de investigación en ecodiseño, la eficiente gestión de puntos limpios, el despliegue de campañas de sensibilización ciudadana, o el establecimiento de beneficios fiscales para aquellas empresas que apliquen los principios de la economía circular en sus cadenas productivas. En julio del presente año entró en vigor en Europa la primera Directiva sobre el Derecho a reparar de los consumidores, aprobada por el Parlamento Europeo. La aplicación de la misma permitirá establecer la reparación de productos como primera alternativa a la adquisición de otros nuevos, con la consiguiente reducción en la generación de residuos.
Avanzar en la reducción de desechos tiene ventajas medioambientales, ya que contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, minimiza el uso de vertederos e incineradoras y protege los recursos naturales. Pero también reporta beneficios económicos, como demuestra el modelo de residuo cero adoptado por la ciudad italiana de Parma. Invirtiendo en la recogida de basura puerta a puerta y en su preparación para la reutilización o el reciclaje, la municipalidad anualmente ahorra 450.000€ en gestión de residuos.
Incorporando en todos los ámbitos de nuestro sistema social los principios de la filosofía zero waste contribuiremos a asegurar el futuro del planeta y, por tanto, el nuestro.
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