Miércoles, 8 de junio de 2022
Miguel Servet, Jaume Ferrán i Clua, Isaac Peral, María Vallet… La historia de España nos lleva a diferentes momentos en que científicos españoles han destacado a nivel internacional y en diversos campos. En el plano energético, nuestro país ha visto crecer investigaciones sobre cómo optimizar el rendimiento de placas solares, cómo desarrollar cogeneración con hidrógeno verde o cómo almacenar de manera eficiente la energía térmica. Por suerte, la cantera científica española está asegurada, ya que a cada gran investigador le suelen suceder varios.
Uno de los que está tomando el relevo tiene 45 años y pasa por ser en uno de los mayores talentos científicos españoles. Si te suena su cara, es posible que hace años lo vieses en los telediarios. Fue en 2012 cuando el valenciano Pablo Jarillo-Herrero fue premiado por la Administración Obama, que le dio una ayuda de más de medio millón de dólares para investigar junto al resto de su equipo.
A día de hoy, Jarillo trabaja en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), uno de los centros científicos y tecnológicos más importantes de todo el mundo. Lo hace investigando las posibilidades que tiene el grafeno a la hora de producir energía de forma mucho más rápida, eficiente y, sobre todo, sostenible.
El ángulo mágico del grafeno
El grafeno es uno de los materiales más investigados a día de hoy merced a sus posibilidades en prácticamente todos los sectores industriales, ya que se trata de un material con una gran conductividad eléctrica y térmica y que, además, es bactericida y resistente a la oxidación. La investigación de Jarillo pasa por lo que muchos científicos denominan el ángulo mágico del grafeno (MAG: Magic Angle Graphene).
La técnica del ángulo mágico parte de contar con dos láminas distintas de grafeno y poner una encima de la otra. Lo que Jarillo ha ido descubriendo es que, si una de las láminas gira sobre la otra con un ángulo de 1,1 grados, el grafeno aumenta su conductividad de manera exponencial. Si en vez de dos láminas se apilan varias, el aumento de la conductividad se vuelve exponencial.
¿Qué quiere decir todo esto? Que este material puede aumentar su capacidad para crear electricidad; de hecho, puede hacerlo de manera mucho más eficiente y sostenible. Con su investigación, publicada por la revista Nature, Jarillo y su equipo están dando respuesta a una de las incógnitas que trae de cabeza a muchos científicos en las últimas décadas: cómo se produce la superconductividad de alta temperatura, algo que supondría una auténtica revolución energética. Y es que "el grafeno, desde que en 2004 fue aislado y sus descubridores premiados con el Nobel de Física en 2010, no ha hecho sino mostrarse como un material con infinitas posibilidades", asegura Joana Frontela, responsable del Centro de Investigación de Cepsa. En su opinión, "las investigaciones de Pablo Jarillo-Herrero muestran una aplicación extraordinaria: la generación de energía de forma sostenible".
A día de hoy, el grafeno se emplea en un sinfín de sectores para la fabricación de dispositivos electrónicos, pantallas táctiles, células solares fotovoltaicas o para el almacenamiento de energía. Si las investigaciones de Jarillo siguen su curso, cabe esperar que este material se vuelva si cabe más valioso y sus aplicaciones crezcan aún más en todas las industrias. Y ese es el camino que está por llegar: “Todavía falta para que pasemos de la investigación básica a las aplicaciones comerciales a gran escala. Quedan unos 20-30 años para que el grafeno se use mucho más”, explica.
"Estas investigaciones", añade Fontela, "demuestran una vez más que la transición energética requiere del esfuerzo investigador para el desarrollo de nuevas tecnologías. Podemos estar en la antesala de una revolución energética. Aunque quede tiempo para verlo implementado, los resultados son muy prometedores".
La lucha de Jarillo no predica en el desierto, sino que se enmarca dentro de una tendencia al alza: la de buscar una energía cada vez más sostenible. La sociedad es cada vez más consciente de la necesidad de apostar por nuevas fuentes para generar energía, de modo que las renovables, el hidrógeno o los biocombustibles son algunos de los ejemplos que nos sirven de hoja de ruta. Ahora Jarillo añade un elemento más, el grafeno, a una ecuación de la que participamos todos y que tiene, en definitiva, un objetivo primordial: revolucionar el sector energético y favorecer la transición hacia un nuevo modelo más sostenible.
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