Martes, 16 de mayo de 2023
El deporte es una de las actividades que más contribuye al cambio climático, y también lo sufre. Los aeronáuticos, los que se practican esencialmente al aire libre, los de montaña y escalada, los de invierno o los acuáticos relacionados con mares y océanos. En los últimos años hemos visto cómo distintos fenómenos meteorológicos han alterado disciplinas como el fútbol, rugby, atletismo, motor o carreras ciclistas. Muchos se han tenido que adaptar a una nueva época pero los expertos reclaman mucha más conciencia por parte de los deportistas de élite para que contribuyan a que todo el mundo la tome. «Es un sector que ha tardado mucho en reaccionar pero tiene la ventaja del poder de comunicación de sus grandes líderes para que su mensaje llegue a millones de personas aunque no lo están usando correctamente», critica Pancho Campo, presidente de la Fundación Planet Future, y conocido por poner en marcha diferentes iniciativas empresariales y foros sobre el cambio climático junto a los antiguos presidente y vicepresidente de Estados Unidos Barack Obama y Al Gore.
El deporte anticlima
Las revisiones científicas coinciden en que la celebración de grandes eventos deportivos tiene un gran impacto medioambiental, ya sea en la construcción de infraestructuras, donde el cemento es el protagonista por ser más contaminante que el petróleo, el desplazamiento de miles de espectadores que posteriormente se traduce en residuos y posteriormente el mantenimiento o abandono de las instalaciones fabricadas. «La mayoría de los deportes se basan en giras por el mundo; en la Fórmula Uno por ejemplo dicen que quieren ser sostenibles con más de 20 carreras al año, cuando el 99% del impacto de huella de carbono está en el transporte de país a país, logística, mecánica y toda la gente que mueve, no es por el motor en sí», indica Campo, que advierte también sobre el impacto visible del golf y la construcción de campos en lugares donde no es habitual la lluvia. «Es todo agua desalinizada en los países ricos, cuando esto no es la solución. El problema de las plantas desalinizadoras no son suficientemente eficientes y tienen grandes problemas ecológicos al requerir mucha energía». A esta problemática en el deporte del green se une el gran problema de sequía generalizada y prolongada que vive gran parte del mundo.
Fútbol con menos frío
La incidencia de las altas temperaturas alterará los calendarios de las competiciones habituales, según los expertos. «El principal problema es que cada vez son más frecuentes los episodios de calor extremo y persistentes», indica el meteorólogo de Meteored y comunicador científico Jose Miguel Viñas, que expone uno de los ejemplos en el fútbol, donde cada vez vemos menos campos helados, y no solo en España sino también en países donde antes era imposible jugar en algunos meses del año. «La imagen de los campos helados como Zorrilla, Los Pajaritos o El Sadar será cada vez menos probable. En países de Europa donde en invierno esos episodios eran habituales, ya no se interrumpen con tanta frecuencia las ligas de esos países del norte».
Según el informe anual sobre el estado del clima en Europa (ESOTC) el 2022 fue el segundo más año cálido jamás registrado en el viejo continente, y en tres de las cuatro estaciones del año - invierno, verano y otoño- las temperaturas se situaron por encima de la media.
Escasez de nieve
«Si pensamos en competiciones de larga duración como el Tour de Francia o un Roland Garros, tal y como está evolucionando el clima cada vez será más complicado que encajen en esos torneos el plan previsto incialmente; cada vez será más difícil que se desarrolle con normalidad la totalidad de los días pensando por ejemplo en tormentas, que ya hemos visto como en los últimos años son particularmente intensas, cuyo impacto puede dejar destrozos y secuelas», advierte el autor del libro 'Nuestro reto climático' (Ed. Alfabeto).
El experto, que viaja por el mundo buscando las evidencias del impacto que tiene el cambio climático y que expone a través de conferencias y documentales para concienciar sobre el futuro que le espera a nuestro planeta, advierte del peligro que corren los deportes de invierno. «Sólo una de las sedes que han albergado Juegos de Invierno (Sapporo) podría repetir en 2080», cuenta Campo, que recuerda cómo varias estaciones a lo largo del planeta han reconvertido su actividad porque la escasez de nieve las hacía inviables. «Lo que vemos ahora en estaciones de esquí es que muchas tienen que recurrir a cañones artificiales pero si esto sigue como las previsiones, por debajo de 2.300 metros igual la temporada invernal ni siquiera tendremos la temperatura adecuada para fabricar nieve», ahonda Viñas.
Más turbulencias
Los ejemplos son muchísimos porque el calentamiento global no solo juega al fútbol, tenis o golf, también practica snowboard o al béisbol. La semana pasada, la Sociedad Meteorológica Estadounidense publicó una investigación donde aseguraba que el aumento de las temperaturas por el cambio climático ha disparado el número de 'home run' en los partidos. Según las leyes de la física, el aire caliente es menos denso que el aire frío.
A medida que el aire se calienta y las moléculas se mueven más rápido, el aire se expande, dejando más espacio entre las moléculas. De esta manera, la pelota golpeada debería lanzarse más lejos en un día de calor que en uno más fresco debido a la menor resistencia del aire. Esto puede traducirse de igual manera en los deportes aéreos como el paracaidismo: «provoca pérdida de densidad del aire y turbulencias», explica Campo.¿Te ha parecido interesante?