Jueves, 5 de septiembre de 2024
Aunque te formaste como arquitecto, tu carrera profesional ha ido por otros caminos, centrados en el emprendimiento y con un fuerte carácter social. ¿Cuándo y cómo surge ese interés en contribuir a una sociedad más justa y un medio ambiente más sano?
Mi viraje hacia el emprendimiento social no fue algo premeditado. Tuve la suerte de trabajar en distintos proyectos de cooperación mientras estudiaba la carrera de arquitectura. Proyectos con los que estuve en Perú, en Camboya, en Etiopía… y descubrí algo que me gustaba, me llenaba y para mí tenía sentido. Así que dedicar mi trabajo a desarrollar proyectos de impacto social se convirtió en algo natural gracias a esas experiencias y a los proyectos y personas que pude conocer.
En 2015 fundaste AUARA, la primera empresa social española que obtiene el sello Social Enterprise Mark. Cuéntanos qué es AUARA y cuáles son sus fines sociales.
AUARA es una empresa social, un híbrido entre una empresa tradicional y una organización sin ánimo de lucro. Es una marca de agua embotellada que vendemos junto a otros productos que tenemos en la actualidad, pero, al fin, es una marca de agua que destina todos sus beneficios a desarrollar proyectos de acceso al agua en países en vías de desarrollo. Generamos ingresos vendiendo productos, pero invertimos el 100% de los beneficios en proyectos de acceso al agua, para el consumo, para el saneamiento y para la agricultura. Trabajamos en Latinoamérica, en África y en Asia. Hasta la fecha, hemos terminado más de 150 proyectos en 23 países, llevando agua a alrededor de 130.000 personas.
El origen de los fondos que dedicáis a proyectos sociales procede de la venta de botellas de agua. Teniendo en cuenta que la fabricación de plásticos consume unas cantidades considerables de agua y sus residuos son altamente contaminantes, cuéntanos, ¿de qué manera conviven ambos propósitos? ¿Qué importancia prestáis al plástico de vuestras botellas?
El tema medioambiental fue el reto desde el principio. En 2014 o 2015, cuando iniciamos el desarrollo del producto, comprendimos que estábamos tratando de generar impacto social vendiendo un producto que tenía un importante impacto ambiental. Por eso nos planteamos el objetivo de desarrollar el packaging más sostenible del planeta. Fue nuestra obsesión. Y, desde entonces, todas las botellas de plástico que hemos vendido son 100% de plástico reciclado.
¿Qué tipos de proyectos relacionados con el agua apoyáis?
Trabajamos el agua en un sentido amplio, a través de tres vías: agua de consumo, agua de saneamiento y agua para la agricultura. El proyecto más habitual que emprendemos es el de hacer pozos en comunidades rurales en que no hay acceso al agua potable, y siempre en lugares accesibles para todos los habitantes. También proyectos de saneamiento en colegios u hospitales. Y, por último, proyectos que faciliten agua para la agricultura en aquellos lugares donde es el modo principal de subsistencia. En estos proyectos, además, facilitamos una mejora de la economía local.
¿En qué parámetros os basáis para elegir las organizaciones a las que apoyáis con AUARA?
Para nosotros, trabajar con organizaciones locales es clave. No buscamos tanto lugares en que haya carencia de agua, que son innumerables, como aquellos en que localicemos buenos socios para desarrollar nuestros proyectos. Con estos futuros socios realizamos un proceso de validación en dos fases. Inicialmente, una validación documental, estudiando las cuentas, las memorias de proyectos, y las referencias de las personas que han trabajado con estos socios futuribles. Prestamos especial atención a que las organizaciones con las que nos asociamos tengan vocación de permanencia, que sean parte de la comunidad y que vayan a seguir siéndolo. Después hacemos un proyecto piloto, pequeño, en el que certificamos lo que hemos validado a nivel documental. Si todo esto queda validado, podemos trabajar juntos a largo plazo y los proyectos suelen salir muy bien.
Según datos de la ONU, cerca de 750 millones de personas tienen serios problemas de acceso al agua potable. ¿Qué mejoras habéis notado en la calidad de vida de las personas a las que ya habéis provisto de agua potable?
Principalmente, las mejoras se comprueban a nivel sanitario, de salud. Pero también a nivel logístico, de disponibilidad del tiempo. Al tener disponible el agua, muchas personas evitan invertir tres o cuatro horas, cada día, en buscarla. En Benín hicimos un proyecto muy bonito, que llamamos Nombres con historia, en el que grabamos a 50 personas del pueblo al que llevamos agua contando el impacto positivo en sus vidas. Después hicimos una edición limitada en la que cambiamos el nombre de la marca en la etiqueta por el de esas personas, junto a un código QR que te llevaba al vídeo. Fue muy bonito.
¿Cómo afecta esta carencia a la parte de la población mundial que sí cuenta con un acceso garantizado al agua potable?
Afecta a la parte de la población que damos por hecho el acceso al agua sirviendo de aviso, de lo privilegiados que somos y, también, de lo que puede ocurrir si descuidamos algo tan básico como el agua. Comenzamos a ser más conscientes, debido a las sequías, de lo que significaría vivir sin algo que damos por hecho. El éxito de los proyectos en los que AUARA trabaja demuestra que existen fórmulas viables para lograr la justicia social y mejorar el entorno medioambiental.
¿Qué medidas consideras imprescindible que tomen las instituciones y la ciudadanía para acelerar este proceso?
Creo que el individuo es quien tiene que actuar primero. Hay dos visiones muy polarizadas: la de que hay que pedir responsabilidad a las instituciones y las grandes empresas, y la de que cada persona debe ser responsable. En la medida en que seamos capaces de hacer consciente a la ciudadanía a través de la educación y la formación, lograremos que cada individuo aplique a su propia vida las medidas necesarias. A partir de ahí, el conocimiento colectivo logrará, de manera natural, cambiar las instituciones y grandes empresas que, al final, están compuestas por personas. El cambio comienza en nosotros.
Respecto a la industria del plástico, ¿cómo valoras los esfuerzos para utilizar plástico reciclado y dar soluciones más sostenibles a sus productos?
En 2019, nuestro proveedor, con quien desarrollamos nuestra botella de plástico 100% reciclado, nos hizo saber que hacía un año que todas las grandes empresas de nuestro país les pedían una botella igual. Creo que es importante el papel de las startups o empresas pequeñas activistas, como la nuestra; no solo por el impacto directo que generan, sino también por la concienciación. Nosotros hemos reciclado 37 millones de botellas de plástico, pero eso una gran marca lo hace en una semana. Lo importante es que generamos en el consumidor la conciencia al demostrar que, si nosotros podemos hacerlo, también podrían las grandes empresas. Hay muchos cambios en marcha, como procesos de reciclaje químico que pueden producir plástico nuevo a partir de plástico totalmente deteriorado, o en procesos totalmente circulares, pero es necesario invertir en dichos procesos y escalarlos.
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