Viernes, 7 de octubre de 2022
La energía ni se crea ni se destruye… Pero si preguntamos las maneras en que podemos obtenerla habrá tres o cuatro que nos venga fácil y rápidamente a nuestra mente: con la luz solar, con el viento o con la fuerza del agua.
Sin embargo, y más allá de otras opciones como la nuclear o la biomasa, hay muchas otras maneras alternativas en las que los humanos podemos generar electricidad. Algunas de ellas, como a través de las plantas, ya están siendo explotadas por emprendedores como los de Bioo. Pero hay algunas más realmente sorprendentes que son fruto de la investigación más puntera.
Exprimiendo cebollas
Además de poder hacernos llorar, si se exprimen las cebollas, podemos convertir su jugo en metano, que se puede usar para generar electricidad. Es algo, que además, se está llevando a la práctica. Más concretamente, una empresa mayorista de cebollas en California está ahorrando más de medio millón de dólares en sus facturas de energía al implementar esta técnica. Un caso que está incluso publicado por el Gobierno de los Estados Unidos.
Moviéndote
Al movernos generamos energía, más concretamente de tipo cinética. Por eso, algunas discotecas europeas tienen instalado un tipo de suelo que es capaz de recoger esta actividad y producir suficiente electricidad para mantener las luces encendidas y la música sonando.
De hecho, esta tecnología se está desarrollando actualmente para que los generadores de energía cinética puedan colocarse en otras áreas públicas, incluidas carreteras y parques infantiles.
Pero no solo al bailar. Una empresa sueca de transporte ha ideado un sistema para utilizar el calor corporal para reducir los costes de energía mediante el uso de intercambiadores de calor en los sistemas de ventilación de los trenes. Para ello, los sistemas de ventilación convierten el calor corporal en agua caliente. Luego, el agua caliente se usa para mantener calientes a los pasajeros y al personal.
También se ha investigado cómo utilizar el sudor corporal para ser capaz de recargar dispositivos electrónicos, como teléfonos móviles y tablets, para lo que se está creando incluso un estándar.
Evidentemente, también podríamos aprovechar nuestro pedaleo para conectar una bicicleta (preferentemente estática) a un generador y, con la electricidad generada al pedalear, suministrar energía a pequeños electrodomésticos y dispositivos electrónicos.
Medusas
Las medusas que brillan en la oscuridad contienen los ingredientes necesarios para que se pueda desarrollar un nuevo tipo de pila. Se sabe que una proteína fluorescente verde, conocida como GFP, es la responsable de producir el brillo.
Un equipo de la Universidad Tecnológica de Chalmers en Gotemburgo (Suecia) colocó una gota de GFP en electrodos de aluminio y luego la expuso a la luz ultravioleta, permitiendo que la proteína liberase electrones. Estas proteínas se han utilizado para fabricar una pila de combustible biológico, que produce electricidad sin una fuente de luz externa.
En su lugar, se utilizó una mezcla de productos químicos, como el magnesio y las enzimas luciferasa (que están en las luciérnagas), para producir electricidad.
Algas
No abandonamos el mar, dado que las algas también almacenan energía en forma de aceite. Si se extrae este aceite en las condiciones adecuadas, se puede refinar para convertirlo en un biocombustible utilizable.
De momento no es algo que se pueda hacer de forma masiva, pero dado que las algas están presentes en los mares de todo el mundo, podrían ser un gran recurso para producir energía renovable. Algunos expertos calculan que las algas podrían ser hasta 100 veces más productivas que las fuentes de bioenergía tradicionales.
Lodo
La Universidad de Nevada (Estados Unidos) está secando lodos para convertirlos en combustibles para un proceso de gasificación, lo que acaba generando electricidad. Para ello, se construyó una máquina de procesamiento capaz de producir tecnología de bajo coste y eficiencia energética.
La máquina convierte lodos pegajosos en polvo utilizando temperaturas relativamente bajas en un lecho fluidizado de arena y sales para producir el combustible de biomasa. Se calcula que solo con la cantidad de barro que genera un estado como California se podrían producir, gracias a este sistema, 10 millones de kilovatios-hora de electricidad al día.
Estiércol
Tienen fama de tener unas flatulencias que emiten mucho CO2, pero lo cierto es que el estiércol de las vacas puede usarse para producir electricidad a través de un proceso conocido como recuperación de biogás. Para ello, hay que depositar el estiércol en un tanque previamente calentado y encargado de convertir esos desechos en gas. Luego, el gas se puede usar para alimentar un generador, produciendo energía más limpia en el proceso.
Sin ir más lejos, la basura que todos generamos también se puede tratar para producir energía. El Ejército de los EE UU ha utilizado generadores alimentados con basura para poder realizar sus operaciones durante la Guerra de Irak.
Estos sistemas aprovechan los avances en biotecnología y ciencia termoquímica. Además, suponen un ahorro de costes ya que reducen la necesidad de adquirir y distribuir combustibles líquidos a través de convoyes (que pueden ser atacados).
Lluvia
Cuando el agua de lluvia cae sobre cualquier tejado, paraguas, suelo o una superficie no conductora de electricidad, genera una estela cargada de electricidad. Las gotas recogen la carga opuesta.
Físicos del Instituto Max Planck para la Investigación de Polímeros en Mainz han investigado este fenómeno con más detalle y han desarrollado un método para determinar la generación de carga. Estos investigadores quieren desarrollar una superficie que mejore el uso del efecto de carga y, así, generar cantidades pequeñas de electricidad. Esto podría, por ejemplo, beneficiar a los habitantes de áreas aisladas y lluviosas donde aún no se dispone de electricidad.
Mientras, otro grupo de investigadores de Hong Kong está también intentando aprovechar las gotas de lluvia para generar electricidad. En este caso, se busca aprovechar la energía del impacto de las gotas de lluvia.
Los investigadores han desarrollado un generador de nanocorriente que puede generar energía a partir de la caída de cada gota. Según su estudio, una sola gota de agua que cae desde una altura de 15 centímetros es suficiente para encender 100 lámparas LED.
Sin embargo, para que esto funcione, las gotas deben caer lo más uniformemente posible y desde la misma altura sobre la superficie del generador. Para su uso bajo la lluvia, los investigadores adaptaron la construcción para que el agua de lluvia primero se recogiera y luego se dividiera en gotas que caían regularmente a través de un sistema de finos capilares.
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