Jueves, 21 de diciembre de 2023
A finales de septiembre de este año, la Comisión Europea publicó un reglamento destinado a restringir el uso de microplásticos añadidos «de forma deliberada» en diferentes productos. De esta forma, la UE demuestra su compromiso en la lucha contra la contaminación, tal como se especifica en el Pacto Verde Europeo y en el nuevo Plan de Acción para la Economía Circular. Y es que los microplásticos —objetos que miden menos de 5 milímetros— son una de las mayores amenazas para el medio ambiente. Así, en el Plan de Acción Contaminación Cero, se establece el objetivo de reducir la contaminación por microplásticos en un 30% antes del 2030.
No hay que olvidar que la presencia de estos microplásticos se encuentra en productos muy habituales de uso diario. En su momento sorprendió la prohibición de la venta de purpurina; sin embargo, la lista es larga e incluye detergentes, cosméticos o juguetes.
El impacto de la industria del juguete
El mercado de juguetes alcanzó un valor de unos 101.900 millones de dólares en 2022 y se espera que crezca en los próximos años alcanzando un valor estimado de 135.000 millones de dólares en 2028. Según la Asociación de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), la campaña navideña concentra en torno al 75% de las ventas anuales del sector.
Tradicionalmente, la fabricación de juguetes ha estado marcada por su impacto ambiental. Desde el uso de plásticos no reciclables hasta la generación de residuos masivos, la industria se enfrenta a críticas por su contribución al deterioro del medio ambiente.
No obstante, en los últimos años, la conciencia social sobre el impacto de nuestras acciones en el planeta ha aumentado significativamente. Según el estudio Sustainability & Toys, elaborado por AIJU, el juguete es uno de los principales productos en los que la sostenibilidad cobra mayor importancia. Un 62% de los encuestados considera que los juguetes fabricados de manera sostenible no son una moda pasajera y seguirán presentes en el mercado. Además, confirman que los materiales utilizados en el proceso de fabricación son claves para determinar si un juguete es ecológico, siendo la madera (74%), el bambú (64%), los plásticos reciclados (63%) y los bioplásticos (60%) los mejor considerados.
Las empresas jugueteras se enfrentan a numerosos retos, pero poco a poco el sector está generando espacio para una nueva categoría ECO, que permite mejorar el impacto medioambiental y potenciar la economía circular.
En transformación hacia lo sostenible
Desde la AEFJ afirman que el sector está poniendo en marcha medidas que tienen que ver con la reutilización, la reducción de embalajes y el uso de energías renovables en la producción de juguetes. Según el Informe Libera sobre el impacto del abandono del plástico en la naturaleza, es fundamental que las empresas desarrollen políticas de prevención sostenibles en base a una economía circular y que realicen mejoras en el uso de materiales en los procesos de fabricación.
Mattel, una de las compañías jugueteras más conocidas, ha diseñado una propuesta enfocada en la fabricación de juguetes más ecológicos, utilizando materiales plásticos 100% reciclados, reciclables o de base biológica en productos y paquetes para 2030. Muchos de sus juegos están fabricados con al menos un 56% de materiales de origen vegetal y un 26% de plásticos bio circulares aprobados por la Certificación Internacional de Sostenibilidad y Carbono (ISCC). Además, los envases están creados con papel o cartón 100% certificados por el Consejo de Administración Forestal (FSC) utilizando tintas a base de soja y barnices a base de agua para mejorar su reciclabilidad.
La sostenibilidad también ha llegado a su muñeca más conocida, Barbie, con el lanzamiento en 2021 de Barbie Loves The Ocean, fabricadas en un 90% con plástico reciclado, intentando reducir el impacto ambiental y la contaminación de los océanos. La AEFJ reconoció a la compañía con el premio a Mejor juguete para el mundo sostenible destacando su compromiso con la protección del planeta.
Otras formas de colaborar con la descarbonización
La conciencia social sobre la reutilización de los juguetes, como mayor exponente de un consumo responsable, está aumentando de manera notable. Cuando los juguetes dejan de usarse por parte de los niños, pueden tener una segunda vida, mediante la donación o pensando otro tipo de uso. De esta manera, ayudamos a reducir el consumo aplicando un modelo de economía circular.
Un ejemplo de ello es «Comparte y recicla» una iniciativa solidaria creada por la Fundación Crecer Jugando en colaboración con la Fundación SEUR y Fundación Ecotic, que tiene como objetivo promover la donación de juguetes en desuso para su reciclaje, redistribución y reutilización.
En su última edición, la campaña consiguió recoger más de 131 toneladas de juguetes, de los cuales, casi 35.500 unidades fueron repartidas entre más de 34.600 niños a través de 104 entidades colaboradoras. Además, se reciclaron casi 12,5 toneladas de juguetes electrónicos, lo que equivale a 30 toneladas de CO2.
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