Artículo Miércoles, 8 de junio de 2022
A la ciudad vasca de Vitoria y a la población sueca de Malmö les separan 2.171 kilómetros, pero les une un inédito enfoque en la lucha contra el calentamiento de la tierra, convirtiéndose en auténticos referentes para los prescriptores de políticas públicas. Ambas ciudades forman parte del European Green Capital Network, una lista elaborada por la Comisión Europea, que distingue a las ciudades del continente más innovadoras en la lucha contra el cambio climático. En este ‘ranking’ también se encuentran Ámsterdam, Barcelona, Bristol, Bruselas, Copenhague o Lisboa, entre otras.
Vitoria y Malmö empezaron en puntos de partida similares. La primera, de 250.000 habitantes, convirtió las zonas más degradas de sus suburbios en un anillo verde para peatones y ciclistas de 31 kilómetros y 833 hectáreas, reconocido internacionalmente por su diversidad y alto valor ecológico. La tercera ciudad más importante de Suecia, por su parte, comparte con Vitoria un marcado ADN industrial, pero en el caso de este milagro nórdico de la sostenibilidad dejó atrás sus importantes astilleros y plantas de hormigón después de la crisis petrolera de los 70 y el ‘crack’ financiero de los 90, que afectó a su actual moneda, la corona. Su puerto industrial albergaba, además, la sede logística de la marca de coches Saab, la cual deslocalizó su producción en 1996 y vendió sus terrenos a la ciudad. A principios de la década de 1990, los niveles de desempleo habían alcanzado el 12,4% en Malmö y la destrucción de su industria expulsó a más de 40.000 personas de sus puestos de trabajo. Décadas de uso industrial y de vertidos al mar habían contaminado la costa y degradado su suelo y lecho marino.
El barrio Bo01, la ‘Ciudad del Mañana’
En 1998, la ciudad inició la recuperación de esta zona industrial con la construcción de la Universidad de Malmö, que actualmente atiende a más de 24.000 estudiantes. Dos años después, el Gobierno nacional levantó el puente y túnel ferroviario de Öresund, que une a Malmö con Copenhague, el cual ayudó a recuperar el pulso económico de la ciudad y ofreció nuevas rutas a empresas y viajeros. Las autoridades también organizaron un concurso para transformar el antiguo puerto industrial en una zona residencial: el barrio Bo01 o la ‘Ciudad del Mañana’, el cual quería servir de espejo para la construcción de edificios y villas eficientes, que sirvieran de modelo en futuros desarrollos urbanos.
Entre las principales innovaciones de esta zona destacan un exitoso modelo de planificación, la recuperación de suelos, la gestión de residuos sólidos o la construcción de un paseo marítimo que vertebra la ciudad de norte a sur y una gran zona arbolada. Además, las abundantes precipitaciones y el agua de las lluvias se almacenan en acuíferos situados a 70 metros bajo tierra. El agua se drena a través de una serie de estanques, canales y tejados cubiertos de musgo, y los depósitos geotérmicos subterráneos proporcionan calor en invierno y aire fresco en verano.
Todo ello unido al sistema inteligente de calefacción y refrigeración y a las energías renovables, permitieron que este distrito urbano -en el que viven 5.000 personas- se convirtiera en el primer barrio de Europa que lograba emitir cero emisiones de dióxido de carbono.
Cómo adelantarse 20 años al Acuerdo de París
Malmö aprovechó las lecciones aprendidas en el barrio Bo01 para replicarlas a gran escala. Entre sus objetivos más ambiciosos destacaban adelantarse a la agenda Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU promovidos para 2030. En su ODS 11, que promueve ciudades y comunidades más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles, el organismo establece como prioridades planificar ciudades con viviendas y servicios básicos adecuados; mejorar los barrios marginales; proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles; reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, como la calidad del aire y la gestión de los desechos municipales; o el acceso universal a zonas verdes, entre otros aspectos.
Para cumplir con todos estos objetivos, Malmö cerró en 2002 y 2005 sus dos centrales nucleares de 1.000 megavatios de capacidad, y está inmersa en la construcción de numerosos parques eólicos. Adelantándose a esta transición energética, la tercera ciudad más importante de Suecia prevé cumplir con los Acuerdos de París en 2030 y ser neutra en emisiones de dióxido de carbono 20 años antes que lo acordado en los compromisos internacionales.
Asimismo, dispone de la fábrica de biogás más grande de Europa con la que recicla la mayor parte de sus residuos sólidos y los convierte en carburante para autobuses y coches. Otro de sus centros urbanos, Augustenborg Ecocity, fue pionero en el uso masivo de azoteas ajardinadas, que suman una superficie de más de 10.000 metros cuadrados de tejados verdes y ayudan a reducir los consumos energéticos de los edificios. La apuesta por la sostenibilidad se completa con la instalación de más de 400 kilómetros de carril bici. Según las autoridades, el 30% de todos los desplazamientos ya se realizan en bicicleta, lo que supone una reducción de emisiones del 15%.
Además del puente que une Suecia y Dinamarca, Malmö ha inaugurado importantes edificios en los últimos años, como el ciclohotel Oh Boy, dedicado a impulsar los desplazamientos en bicicleta; y la torre de negocios Turning Torso, diseñada por el arquitecto valenciano Santiago Calatrava en 2005. El 100% de la energía consumida por este edificio es renovable, de fuentes como la eólica, hidroeléctrica y geotérmica. Para mejorar su eficiencia energética, los residentes y empresas pueden consultar diariamente sus consumos con medidores inteligentes instalados en cada planta y así tomar mejores decisiones para reducir la factura de la luz.
El ‘ranking’ de ciudades innovadoras que elabora la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) rastrea las solicitudes de patentes en todas las ciudades del mundo, y luego calcula estas peticiones por cada millón de habitantes para medir su capacidad inventiva. En 2021, Suecia seguía liderando el listado de países más innovadores en la UE, seguida por Finlandia, Dinamarca y Bélgica; con un rendimiento muy superior a la media comunitaria, según Eurostat. Son las tres grandes ciudades suecas las que encabezan esta frenética intensidad en la producción de patentes. Y Malmö, la más pequeña, supera a sus vecinos de mayor población con 686 patentes por millón de habitantes. Le sigue la capital del país, Estocolmo, con 568, y Gotemburgo, con 431 patentes por millón de habitantes, en una serie histórica elaborada por la OCDE entre 2013 y 2016.
Bendecida por su proximidad geográfica a Copenhague y su emplazamiento en la costa sur de Suecia, Malmö es una ciudad acostumbrada a reinventarse y transformase con el paso del tiempo. Primero, al pasar de una economía basada en el comercio del arenque salado en el siglo XIV a uno de los puertos industriales más importantes de los países nórdicos, con destacadas industrias de ingeniería pesada en el siglo XX. Y ahora, capitalizando sus conexiones con la capital danesa para atraer a compañías financieras, tecnológicas, servicios, sostenibilidad y turismo.
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